A estas alturas de la película no creo que sea necesario que expliquemos quién es Jeremy Clarkson y por qué sus opiniones sobre el mundo del motor son siempre muy tenidas en cuentas, sobre todo cuando tocan una vertiente petrolhead en la que la razón no tiene cabida y sólo se habla de pasión y disfrute. En uno de los últimos vídeos publicado por Drive Tribe, el cual consistía en un rápido «preguntas y respuestas», Clarkson nos desvela cuál es el coche que más lamenta haber vendido y el motivo de ello.
Vender un BMW 3.0 CSL por unas miles de libras es de idiotas
Cuando es preguntado por cuál fue la peor decisión de compra de un coche, a lo que responde que cualquiera de ellos que comprase sin que realmente le gustase, añade rápidamente que vendió un BMW 3.0 CSL por unas miles de libras, quizás unas tres mil, lo cual fue absolutamente idiota, pero, ¿por qué? Al margen de que se trata de un modelo icónico, con un diseño que cautivador y que proporciona una gran experiencia de conducción, el motivo por el que el británico más lamenta esa venta es por la cantidad de dinero que podría haber ganado si lo hubiese vendido hoy día.
Actualmente, la versión descafeinada, el 3.0 CSi, se cotiza por unos 65.000 € en buen estado, siendo posible encontrar unidades por poco más de cuarenta mil euros necesitadas de un poco de atención, pero es que un 3.0 CSL Batmobil bordea peligrosamente los 200.000 € de precio de venta: ahí es nada.
El BMW 3.0 CSL fue el primero con el sello de BMW Motorsport
En 1972 se creó la división de competición de la marca alemana, BMW Motorsport GmbH, y en mayo de ese mismo año dicha filial dio a conocer al BMW 3.0 CSL, un modelo de homologación especialmente creado para poder participar en el Campeonato Europeo de Turismos. Estaba basado sobre la carrocería E9, un coupé de 4,6 metros de longitud y 4 plazas, tomando como base el 3.0 CS de seis cilindros que fue rectificado hasta alcanzar una cilindrada de 3.003 cc, la suficiente para poder participar en la categoría superior a tres litros, aunque un año después de incrementó hasta los 3.153 cc, añadiéndole además una serie de «injertos aerodinámicos» entre los cueles destaca el prominente alerón trasero, y que le sirvieron para ganarse el sobrenombre de «Batmobile». Con él BMW logró alzarse con seis campeonatos (1973, 1975 a 1979).
Así pues, sobre el 3.0 CS el CSL presentaba un ahorro de 200 kg gracias al empleo de capó, puertas y maletero de aluminio, siendo esta la denominación que BMW emplearía en otras versiones especiales aligeradas, como el BMW M3 E46 CSL. Para la época, las prestaciones que declaraba eran formidables, y hasta incluso para los estándares actuales estaríamos hablando de unos números muy dignos, pues los 206 CV de las últimas versiones, con inyección electrónica Bosch, conseguían firmar un 0 a 100 km/h en unos 7 segundos y alcanzar los 220 km/h de velocidad máxima.
Finalmente, tampoco podemos pasar por alto que fue precisamente un BMW 3.0 CSL de competición quien dio comienzo a los conocidos BMW Art Car. Con el número 93 y pintado por el escultor Alexander Calder participó en las 24 Horas de Le Mans de 1975, destacando por su colorida decoración en azul, rojo y amarillo, aunque finalmente abandonó la prueba tras siete horas por problemas en la transmisión.