¿Estrella del mundo del artisteo? ¿Alto cargo de una multinacional? ¿O político de primera línea? Da igual, no importa quién, todos habrían deseado que su chófer les llevase a todas partes en un Kershaw Kruise-Aire de 1968.
Un unicornio en un almacén
Diseñado por Glenn Pray con la colaboración de Gordon Buehrig, uno de los diseñadores de automóviles más famosos de su tiempo, el único Kruise-Aire, o Cruiseaire, existente ha estado durmiendo y acumulando polvo en un almacén perteneciente a la familia Kershaw desde que se fabricó.
Se trata de una oficina de lujo sobre ruedas, según lo catalogaba el propio Royce Kershaw Senior. En su interior ofrecía TV, interfono, reproductor 8 pistas, nevera, lavabo, sofás, armarios de bebidas y estufa. Por supuesto, sus dimensiones no eran contenidas y probablemente su peso tampoco. Pero gracias a su motor V8 de 7.0 litros y tracción delantera, este centro de mando con ruedas podía moverse con alegría.
Kershaw Cruiseaire: Un cruce de especies
El proyecto comienza cuando el señor Royce Kershaw padre descubre un posible nicho de mercado centrado en los ejecutivos adinerados y celebridades excéntricas. Su pensamiento era el de crear una simbiosis entre limusina y casa rodante.
Para ello compró un Oldsmobile Toronado de 1968 nuevecito. Este enorme coupé de 5.36 metros de largo y 2m de ancho sería la base perfecta para el Cruiseaire debido, en gran parte, a la extraña configuración de su motor. Un V8 7.0 litros dispuesto longitudinalmente y acoplado a una caja de cambios automática de 3 velocidades, que transmitía la potencia a las ruedas delanteras.
La inusual tracción delantera permitía prescindir del túnel central que aloja al árbol de transmisión. Esto supone un suelo plano y mayor espacio interior.
Diseño, espacio y equipamiento de lujo
En muchos sentidos, se le podría considerar un adelantado a su tiempo. La carrocería se mostraba elegante y aerodinámica con un perfil relativamente bajo. Los 390cv del colosal V8 le permitían alcanzar una velocidad máxima de 162km/h y una confortable velocidad de crucero de 145km/h.
La carrocería está pintada en azul, con una franja de vetas de madera rodeándola y una baca en la parte trasera del techo. Parachoques cromados delante y detrás, doble faro frontal, llantas de acero con tapacubos y solo 2 puertas. La delantera izquierda que permite la entrada al conductor y la lateral derecha en el centro que da acceso a la zona de “oficina”.
Aquí encontramos un sofá largo en el lado izquierdo, un sofá más pequeño en la parte trasera y dos sillones giratorios. También hay una gran cantidad de espacio en gabinetes, un refrigerador y una estufa. No podemos dejar pasar por alto la televisión y demás elementos tecnológicos de lujo de la época. El motor queda oculto bajo unos paneles junto al conductor. Toda esa zona se separa del verdadero habitáculo mediante una mampara corredera, aunque también se dispone de interfono. No podemos dejar pasar la réplica a escala que han dejado en uno de los sofás. Una que seguramente se fabricó en las labores iniciales de diseño.
Un sueño casi completo, la continuación de un prototipo y el rescate de un olvidado
El señor Royce Kershaw falleció antes de completar el equipamiento interior, aunque vivió para ver la carrocería completa y el diseño cobrando vida. El proyecto continuó y el interior fue equipado por Howard Areo Aircraft Interiors en San Antonio, Texas, que tenía amplia experiencia en el equipamiento de aviones ejecutivos privados y corporativos.
El proyecto tenía una base sólida y un potencial más que aceptable, pero desgraciadamente jamás llegó a producción. La unidad de las fotos fue la única fabricada y terminó como ves en las imágenes, cogiendo polvo en una nave.
Por suerte, a primeros de este año, la familia Kershaw decidió subastar el ejemplar en Auction By Pearce, para que alguien le diera a esta obra el cariño que merece. Las pujas se cerraron el 21 de febrero y se vendió por 22,250,00 dólares. Nada mal por un vehículo único y tan especial.