Koenigsegg ha aprovechado la semana de Pebble Beach para presentar su último lanzamiento. Es el Koenigsegg CC850, y se trata del sucesor directo del Koenisgegg CC8S, que fue el primer vehículo de producción de la pequeña marca sueca. El CC850 se posiciona por debajo de los superlativos Koenigsegg Jesko y podríamos decir que es el vehículo de «acceso» de la marca. Pero este coche de acceso es un verdadero hiperdeportivo, es el coche más purista de la marca y además, estrena una caja de cambios que elimina las fronteras entre un cambio manual y un cambio automático.
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Este acrónimo significa «The World’s Most Powerful and Fastest Manual Production Car», es decir, el coche manual de producción más rápido del mundo. Y es que amigos y amigas, el Koenigsegg CC850 tiene tres pedales y una caja de cambios muy particular, a la que llegaremos muy pronto. Antes de ello, contemplad el diseño del CC850. Es un diseño mucho más limpio que el de otros Koenigsegg, cargados de curvas y aristas. Es un homenaje al CC8S, y esto es patente en su silueta, en sus ópticas frontales o en la forma de su cabina y puertas.
Con todo, no es un CC8S y no hay un solo panel que sea compatible entre ambos coches – no es un restomod, no comparten un solo tornillo. La ausencia de grandes spoilers o aditamentos aerodinámicos muy marcados otorgan al coche un aspecto más puro y analógico, que también se aprecia claramente en cuanto pasamos a su habitáculo. Un habitáculo, como es lógico, construido en centro del monocasco de fibra de carbono, y con este material muy presente en la cabina. Del habitáculo quiero destacar, en primer lugar, la preciosa instrumentación analógica.
Una obra de arte digna de un relojero suizo, con tres relojes concéntricos en la esfera central y otros seis relojes adicionales en las dos esferas laterales. Nadie quiere una instrumentación digital pudiendo tener este baile de agujas delante. Los baquets son de fibra de carbono y tienen los detalles de color naranja de los que presumía el CC8S, pero lo más llamativo está en la consola central. No es su pantalla, es la rejilla de una caja de cambios manual. Una joya de la ingeniería y la técnica que es, en verdad, muchísimo más que un cambio manual.
En verdad, no estamos hablando de un cambio manual, si no de la caja de cambios Light-Speed Transmission de Koenigsegg, de nueve relaciones y siete embragues. La caja se comporta como si fuera manual, en el sentido de que es posible cambiar de marchas como si de un cambio convencional se tratase, actuando la palanca – con un tacto excelente y mecánico – sobre el sistema de control de la caja de cambios. Sin embargo, tenemos que usar el embrague para cambiar de marcha y ponernos en movimiento.
El embrague es una simulación, pero en el fondo, no lo es. Este coche no cuenta con un volante de inercia ni un embrague convencional, pero el pedal actúa directamente sobre la presión a la que se someten los embragues del cambio. Si eres brusco o lo sueltas muy rápidamente, podrás calar el coche. No obstante, es posible manejar este cambio en modo automático secuencial, y como es un cambio de nueve relaciones y solo podemos actuar sobre seis, Koenigsegg permite elegir entre seis marchas cortas y seis largas, un grupo para marchas de calle, otro para circuito.
En cierto modo, es como si fuera el cambio de un camión, salvando las obvias diferencias. A esta genial caja de cambios se une un motor 5.0 V8 sobrealimentado por dos turbos. Este motor es el mismo motor del Jesko, pero con turbos más pequeños y menos lag. El propulsor desarrolla 1.385 CV quemando bioetanol E85, además de 1.385 Nm de par motor. El peso del coche es de 1.385 kg, por tanto, tiene una relación peso-potencia de 1 kg/CV. Solo se producirán 50 unidades del Koenisegg CC850, a un precio que no ha sido anunciado.
Si tienes que preguntar el precio, por cierto, es que no te lo puedes permitir.