Imagina que tu coche pudiera saber que ese camión que se aproxima a toda velocidad a una intersección no va a respetar tu prioridad de paso, antes incluso de tener contacto visual con él, advirtiéndote y contribuyendo muy probablemente a salvarte la vida, o evitarte un accidente muy grave. Este es únicamente un ejemplo de las posibilidades que ofrecerá el coche conectado y la comunicación coche-a-coche. Un coche moderno ya dispone de sistemas informáticos robustos y potentes, y un despliegue de sensores y cámaras más que suficiente para recopilar mucha información de importancia acerca de lo que sucede a nuestro alrededor. Pero el avance de esta tecnología requiere algo más, iniciativa por parte de nuestros políticos. Y he aquí el jarro de agua fría que ha arrojado la administración Trump al coche conectado y la comunicación entre vehículos.
El anterior inquilino de la Casa Blanca, y su equipo, había propuesto hace un año estandarizar las tecnologías que permitan establecer una comunicación entre coches. Para conseguirlo, no solo es necesario conminar a los fabricantes a incorporar esta tecnología de serie en sus coches, sino también facilitar el establecimiento de protocolos de comunicación.
Pero, según habrían declarado algunos responsables de la industria del automóvil, que prefieren permanecer en el anonimato, la administración Trump habría cancelado los planes de sus predecesores. Un movimiento que podría retrasar notablemente el desarrollo de la comunicación entre coches. Ver noticia en Associated Press.
La comunicación entre coches exigirá transmitir mucha información con inmediatez. De ahí que sea necesario trabajar con redes inalámbricas de alta velocidad. Aunque los fabricantes ya pueden instalar tecnología en sus coches, por ejemplo mediante conexiones de datos 4G, la apertura y la dedicación de conexiones en un espectro determinado, y protocolos estandarizados, facilitaría la protección de esas conexiones y el uso de información compartida entre diferentes fabricantes.
Pensemos que la clave de esta tecnología pasa por conseguir que un BMW pueda entenderse con un Mercedes-Benz, con un Toyota, o un Renault. En 2015, la publicación tecnológica del MIT reconocería la importancia de la comunicación coche-a-coche (o vehicle-to-vehicle) como uno de los avances más importantes del año.
La razón por la cual esta tecnología es tan importante, y por la que asociaciones y fabricantes consideran este retraso una mala noticia, no está en su aplicación para tecnologías de confort, sino precisamente en la contribución que esta tecnología puede tener en la mejora de la seguridad vial. Y esa contribución, en un país en el que el año pasado fallecieron 37.461 personas en accidentes de tráfico, es más que suficiente para que retrasar el avance de la comunicación entre coches sea, como mínimo, poco ético.