Se ha abierto un debate sumamente interesante y que, como no podía ser menos, preocupa a los ciudadanos, y aún más a la industria del automóvil. Estos días nos sorprendíamos con la filtración de que el Gobierno pretendía incluir en la Ley de Cambio Climático y Transición Energética un apartado que planteaba la prohibición de la venta de coches de combustión interna, diésel, y gasolina, en 2040, y su circulación en 2050 (ver artículo). A pesar de que en otros países ya se están planteando objetivos incluso más ambiciosos, sería el primer miembro de la Unión Europea que reflejaría estos objetivos en una ley. Los planes de la Unión Europea hasta ese momento tampoco eran tan ambiciosos como los de España. Pero en los últimos días ha habido un cambio. La Unión Europea se habría alineado con las posiciones del Gobierno español, y se plantea también dos posibilidades, que en 2050 prácticamente todos los coches sean eléctricos, y que en 2040 ya no se venda ningún coche con motor de combustión interna, diésel o gasolina. ¿Pero cuál es la postura real de la Unión Europea?
La Unión Europea estudia qué sucederá con el coche de combustión interna
Para asumir que en 2040 no se venderá ningún coche de combustión interna no basta con legislar la prohibición de este tipo de coches. Para asumir que en 2050 el 100% del parque de automóviles, o cifras cercanas al 100%, cuenta con fuentes de energía «cero emisiones», tampoco basta con haber establecido prohibiciones. Aún no está del todo claro qué tecnología de coches eléctricos triunfará, si serán las baterías o el hidrógeno, y asumiendo que fueran las primeras, cuál será la cuota del hidrógeno. También es necesario estudiar las consecuencias económicas que tendrá esta transición energética y las medidas que han de tomarse para alcanzar los objetivos más ambiciosos.
La Unión Europea ha elaborado un informe muy extenso y profundo, en el que se estudian ocho escenarios diferentes que abordan las diferentes situaciones que se podrían dar, en función de las tecnologías que lideren la transición energética, y el objetivo que se quiera alcanzar.
Los últimos objetivos que se había propuesto la Unión Europea pasaban por una reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, con respecto a 1990, que debería llegar a ser de entre el 85% y el 95% en 2050. Una cifra aún más ambiciosa que la que se había propuesto inicialmente, tras los acuerdos de París, del 80% en 2050. Pero estos días, y como imaginábamos cuando hablábamos de la Ley española que se está debatiendo estos días, la Unión Europea ya está abogando por unos objetivos aún más ambiciosos que todos los planteados hasta ahora, en los que se alcanzaría la máxima reducción de emisiones, la descarbonización prácticamente total en 2050. Recordemos que estos objetivos no solo afectan a la industria del automóvil, sino a todos los sectores, desde la energía y el transporte, a otras actividades humanas, como la energía que utilizamos en el hogar.
Para llegar hasta ese objetivo de descarbonización en 2050, que al parecer es el que más interés ha generado en la Unión Europea, sí sería necesario que en 2040 ya no se vendiera ningún coche con motor de combustión interna, diésel, o gasolina.
En cualquier caso hemos de insistir en lo más importante. La Unión Europea aún no ha establecido oficialmente su objetivo, ya sea que en 2040 no se venda ningún coche con motor de combustión interna, o que en 2050 el parque automovilístico sea de «cero emisiones». La Comisión Europea tendría que tomar la decisión final, se debería establecer un marco de medidas y una hoja de ruta, los estados miembros de la Unión también deberían legislar las medidas que llevarán a cabo para alcanzar el objetivo y deberían presentarlas a la Comisión, para que esta considere si son suficientes.