Los rusos de Garage54 no dejan de fascinarnos. Este canal ruso está especializado en experimentos absurdos pero divertidos con coches y todoterrenos. La semana os enseñamos su proyecto de Lada Niva 6×6 y en esta ocasión os vamos a hablar de otro Lada, un pobre Smara de cuatro puertas que ha pasado seis meses bajo el agua, en un lago de la fría estepa rusa. El objetivo del vídeo es sencillo: tratar de arrancar el motor del coche. Una tarea más complicada de lo que parece: para empezar, el lago se heló en invierno y la fuerza del hielo aplastó gran parte del coche.
El mismo hielo invadió todos sus componentes mecánicos e interior antes de fundirse con la llegada de la primavera. Antes de sumergir el coche en el lago, lo drenaron de aceite y gasolina, para no causar mayores daños ambientales. Antes de tratar de arrancarlo, el primer paso era comprobar si el sistema eléctrico del coche seguía vivo. Y así era: con una batería nueva el motor de arranque giraba sin mayores dificultades e incluso el distribuidor de corriente estaba en relativo buen estado – sorprendentemente solo le hizo falta un secado con aire comprimido.
A continuación, Vlad sacó las bujías del bloque e hizo girar el motor de arranque, sacando buena parte del agua que había en las cámaras de combustión. Acto seguido, se elevó el frontal del coche y se vació el cárter de todo el agua que se había colado en su interior, para a continuación llenar el motor con aceite sin usar. Tras secar las bujías, comprobaron que el coche aún daba chispa. El ingrediente necesario para producir combustión era el combustible, además de un flujo de aire ininterrumpido. Por desgracia, el sistema de alimentación de combustible no está en buen estado.
Tras su inmersión, el carburador del coche necesita una limpieza a fondo, y posiblemente una reconstrucción. No obstante, con un flujo directo de combustible, desde una botella, el motor tose, carraspea y expulsa restos de agua, tratando de arrancar. Finalmente, el motor despierta, aunque no logra mantener un ralentí estable y se cala con extrema facilidad. Con una botella de combustible directamente conectada al carburador hay mejor suerte y consigue arrancar durante algo más de tiempo, aunque se siga calando.
Con todo, el experimento tiene éxito: el coche sigue funcionando tras seis meses bajo el agua.