En 1976, en una París en la que aún no había salido el sol, Claude Lelouch grabó un cortometraje de culto para todos los amantes del motor. Se llamaba «C’Etait un Rendez-vous», y podría resumirse en un alocado sprint en coche por las calles casi desiertas de París, culminando en una cita en la iglesia del Sacré Coeur de Montmartre. Una proeza cargada de polémica, ya que en el cortometraje se habrían alcanzado velocidades cercanas a las 200 km/h, se invadían carriles contrarios y en general, se conducía de forma imprudente. En 2020, Ferrari ha reeditado el «Rendez-Vous» con el nuevo SF90 Stradale… y en mi humilde opinión es un verdadero desastre.
Temo informaros que la reedición moderna solo comparte con el original el nombre y el director. La marca italiana afirma que es el primer rodaje post-coronavirus en Francia y Mónaco, llevado a cabo con un equipo de filmación de nada menos que 17 personas, al que se sumaron 6 ingenieros de Ferrari. La premisa de este «Le Grand Rendez-Vous» es caótica, y en mi opinión incluso confusa. Bajo estas líneas os vamos a dejar el vídeo, para que lo veáis por vosotros mismos, y en el próximo párrafo os cuento qué ocurre, si es que no lo podéis ver en estos momentos.
El vídeo comienza con una florista preparando unas flores, mientras el piloto de F1 Charles Leclerc se da una vuelta a toda velocidad en el nuevo Ferrari SF90 Stradale por el circuito urbano de Mónaco. Las calles de Mónaco fueron cerradas al tráfico y el coche pudo alcanzar los 240 km/h en algunos puntos del circuito. Al llegar al Casino de Montecarlo, el Príncipe Alberto de Mónaco le está esperando, mientras su séquito aplaude. A continuación, Leclerc da una vuelta a Alberto por el mismo circuito, volviendo de nuevo al Casino de Montecarlo.
La florista le entrega un ramo de flores, y Leclerc se va con la florista a dar una vuelta más por el circuito. Lo siento, pero soy incapaz de ver el homenaje al vídeo original. El cortometraje de 1976 estaba rodeado un aura romántica y clandestina, y todo quedaba a la imaginación del espectador. ¿Por qué el coche estaba rodando a toda velocidad por París? ¿Quién era la chica que esperaba al conductor? Por no hablar de la flagrante ilegalidad en la que el cortometraje fue grabado, y distribuido de forma clandestina durante décadas.
También hay que mencionar la calidad cinematográfica del vídeo original. Fue grabado con una cámara de cine, montada en el frontal de un Mercedes 450 SEL 6.9, cuya suspensión neumática hacía de estabilizador. La magia del cine analógico, las luces del amanecer parisino… todo contribuía a una imagen mágica, casi surrealista. En la grabación de «Le Grand Rendez-Vous», de forma inexplicable, se han usado iPhone 11, varias GoPro y una sola cámara Sony Venice profesional. El resultado del vídeo, con todos mis respetos, es francamente amateur.
Una grabación de este calibre exigía equipos verdaderamente profesionales, un mejor ajuste de color, planos más espectaculares y un buen guión. Entiendo que en pleno siglo XXI, y en una acción patrocinada por una marca, la ilegalidad queda fuera de toda cuestión. Pero el resultado es más propio de un youtuber que está dando sus primeros pinitos con pocos medios, que de un Claude Lelouch en una producción oficial. Por no mencionar la inexplicable presencia y protagonismo de la realeza monegasca, claramente forzado.
En muchas ocasiones, es mejor no tratar de reeditar o tratar de replicar metrajes de culto del pasado. El «C’Etait un Rendez-vous» original es una obra maestra que pertenece a una era pasada e irrepetible. Un genial cortometraje cuyo legado ha sido manchado.
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