En ocasiones, nos damos de bruces con curiosidades como estas, y somos incapaces de dejar pasar la oportunidad de compartirlas con vosotros. En el pasado os hablamos del motivo por el que la calandra de un Bugatti Veyron es de titanio o de la madera del pomo del cambio del Porsche Carrera GT. Hoy os hablamos del Dodge Viper de primera generación, un superdeportivo icónico que esconde un curiosísimo secreto en sus faros. En su interior, hay un líquido, y la pregunta es, ¿qué razón llevó a Dodge a poner un líquido en el interior de sus ópticas?
Antes de nada, he de mencionar la broma recurrente del «blinker fluid». Exclusiva a la cultura americana del automóvil, es una chanza que suele gastarse a personas con poco conocimiento automovilístico. Se menciona la existencia de un «fluido para intermitentes», y se manda a una persona poco ducha en el mundo de los coches a un taller, a solicitar el cambio de este líquido, o a una tienda de repuestos a comprar una garrafa. Como es evidente, este fluido no existe, y todo se queda en una sencilla broma, tan inocente como socorrida.
Sin embargo, podríamos decir que el Dodge Viper sí lleva «blinker fluid». Esta historia comienza a finales de los años ochenta, y comienza con General Electric… y el BMW Z1. La división automovilística de General Electric – no confundir con General Motors – fue contratada por BMW para desarrollar las ópticas delanteras del Z1. Según menciona el ingeniero jefe de la primera generación del Viper, General Electric (GE, de ahora en adelante) desarrolló unas ópticas para el proyecto, corriendo íntegramente con el coste.
BMW, en última instancia, decidió optar por una solución diferente para los faros del Z1 – unas preciosas unidades carenadas, dicho sea de paso – y desestimar la opción de GE. GE ya había invertido varios millones de dólares en los moldes y el utillaje. Ray Sjoberg, director del proyecto, afirmaba que el coste de desarrollar las ópticas – o subcontratar su desarrollo – habría sido de 3,5 millones de dólares. GE, en un acto de despecho, no cargó a Dodge el coste de desarrollo. Asumido como pérdida, reducía de forma notable la cuenta de gastos del Viper.
El diseño ya finalizado que BMW rechazó obligó a Dodge a diseñar un paragolpes y un capó adaptados a su forma, con un resultado final francamente espectacular. Ahora bien, ¿qué demonios es esa pequeño recipiente de fluido anaranjado que asoma entre los proyectores del faro? Simple y llanamente, es un nivel de burbuja, idéntico a los que usas cuando quieres nivelar una estantería o el cuadro que estás colgando. Ese nivel se usaba en la fábrica para asegurarse la correcta alineación del faro durante la fase de montaje.
Sjoberg pidió a sus ingenieros eliminar ese nivel, ya que no tenía lugar en el producto final y no tenía ninguna función práctica. Desde producción se le respondió que eso tendría un coste unitario de 1,50 dólares. Por ahorrarse 3 dólares por coche, decidió dejar el nivel en su lugar. Y gracias a su decisión, hemos podido contarte esta curiosidad, parte de un proyecto en cuyo ADN había grandes dosis de picardía, ingenio y rebeldía.