El peso que supone el conjunto de ruedas en un coche de alto rendimiento es crucial por varias razones, sobre todo en términos de masa no suspendida, pues estas forman parte de los componentes del vehículo que no soporta el sistema de suspensión, pero que le «roban» fuerza al motor.
En esencia, cuanto menor sea este peso más ágil será el comportamiento dinámico del automóvil, pues tendrá una respuesta potencialmente más rápida, natural y precisa a las órdenes del piloto, además de copiar mejor la superficie del terreno y beneficiar tanto la aceleración como el frenado.
Las llantas son unos de los componentes que más masa suspendida generan y su peso se traduce en más o menos trabajo para un propulsor que, a final, es el que ha de mover las ruedas a través de la transmisión. ¿Has leído sobre el origen y las ventajas que tienen las de magnesio sobre las prestaciones?
Llantas de magnesio: un gran progreso para la velocidad en automoción que tiene casi un siglo de historia
Las primeras llantas de magnesio se fabricaron en los años 30 del siglo pasado, aunque en aquel momento se creaban por fundición y actualmente ya son forjadas casi en su totalidad. Obtuvieron popularidad entre 1950 y 1960 debido a su ligereza, motivo por el que comenzaron a usarse de forma permanente en el ámbito de la competición.
Después de 1960, las aleaciones de magnesio se reemplazaron por aluminio para los modelos de producción, pues eran más baratas de realizar y tenían menos problemas de corrosión, aunque pesaban más. Sin embargo, desde 1990, varias marcas de lujo y gran rendimiento continuaron haciendo llantas de magnesio forjado.
Tanto si nos referimos a coches de carreras (también motos) como a productos de altas prestaciones aptos para su conducción en vías públicas, el uso del magnesio significó uno de los avances más importantes de la industria para reducir la masa no suspendida y crear vehículos más rápidos en las rectas y en las curvas.
Una solución con múltiples ventajas, pero también algún inconveniente
El magnesio, cuando se usa en la fabricación de llantas, tiene muchos más beneficios que perjuicios. Las que se construyen mediante forja (deformando barras prefabricadas de manera mecánica), son un 50% más ligeras que unas equivalentes de aluminio. Por si era poco, son algo más resistentes y plásticas.
Al margen de ser el mineral metálico más ligero, es el octavo elemento químico más abundante en la corteza terrestre y el tercero que más se encuentra disuelto en el agua marina, de modo que su disponibilidad es elevadísima. No obstante, el precio de estos componentes es muy alto, fruto de un costoso y exclusivo proceso de producción.
Y es que, realmente, el único inconveniente de esta clase de llantas es su tarifa, ya que hoy en día su corrosión potencial es similar a las de aluminio. Por lo demás, sólo tienen virtudes que van desde la dinámica a la eficiencia, pasando por la durabilidad y por una mejor disipación de la temperatura de los frenos.