Las ciudades están cada vez más avanzadas tecnológicamente, implantando sistemas para vigilar y regular el comportamiento vial. Estamos en una transición interesante, venimos de la era de los teléfonos inteligentes, ahora estamos en la del hogar inteligente, donde tienes diferentes productos que pueden interactuar entre sí y puedes hacer cosas como encender la calefacción de casa desde tu coche.
Y la era que ya viene pisando fuerte es la de las ciudades inteligentes, donde tendremos cámaras de vigilancia interconectadas e interactuando entre ellas para ayudar a servicios policiacos y de emergencia, pero también al ciudadano común. La tecnología es una bendición en la mayoría de ocasiones, pero las ciudades son cada vez más ruidosas y este es un problema muchas veces.
Esto da como resultado la contaminación acústica, a menudo causada por el exceso de tráfico, y es una situación que se está estudiando en ciudades de todo el mundo. Tiene graves consecuencias para la salud pública, como pérdida de audición, enfermedades cardiovasculares y ansiedad. Creo que todos sabemos lo que puede ser estar horas en el tráfico y lo estresante que puede ser el ruido los coches con tantos claxon y motores sonando.
Aquí entran en juego los radares de ruido
Para hacer frente a este problema, varias ciudades europeas, como Ámsterdam, Rotterdam y Bruselas, han implantado radares de ruido para rastrear el origen del ruido excesivo en sus carreteras y actuar en consecuencia. Estos dispositivos utilizan tecnología punta para localizar con precisión la fuente de ruido, lo que permite a las autoridades adoptar medidas preventivas y aplicar estrategias eficaces de reducción del ruido.
Los radares de ruido emplean un medidor de ruido con cuatro micrófonos y una pantalla debajo, si el medidor detecta un sonido superior a 83 decibelios, el conductor recibirá un mensaje visual de advertencia. En el caso de Ámsterdam, el mensaje es «Te Luid», que haciendo una traducción literal es «demasiado alto».
Una vez que el conductor recibe el mensaje de advertencia, puede tomar medidas para reducir el ruido. A pesar del uso de información visual, la cámara de estos radares de ruido está vinculada a un velocímetro que capta una foto de la matrícula del coche, lo que permite a las ciudades imponer multas en caso necesario. Aunque puede que exista un margen de error del radar, tal como lo hay en las cámaras que capturan a los coches que van a exceso de velocidad.
Aunque algunas ciudades aún están probando si el «modo pedagógico» por sí solo es eficaz para reducir los niveles de ruido, otras, como Rotterdam y Bruselas, han implantado medidas más eficaces, incluyendo multas por incumplimiento de la normativa sobre niveles de ruido.
Con un número creciente de ciudades europeas que adoptan tecnologías similares, cabe esperar que los radares de ruido se conviertan en una estrategia más generalizada para combatir la contaminación acústica. Aunque aún queda mucho por aprender sobre la eficacia y la aplicación de los radares de ruido, su potencial para reducir el ruido y concienciar a la población sobre el impacto de la contaminación acústica en nuestra salud es incalculable.
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