No es ninguna novedad: una de las herramientas más efectivas con las que cuenta la Dirección General de Tráfico para controlar el comportamiento de los conductores es su poder sancionador, que aplica haciendo uso de todo tipo de elementos entre los que se encuentran los archiconocidos cinemómetros o radares, máquinas capaces de detectar un exceso de velocidad. Sin embargo, no es el único tipo de radares que usa la DGT, y ahora estrena otros cuya función principal está centrada en otro terreno.
Los radares llevan décadas en España. De hecho, el primer radar del que se tiene constancia en nuestro país se instaló en los años 70, y su número -y tecnología- no ha parado de crecer desde entonces. Su principal función, como ya hemos mencionado, es detectar excesos de velocidad de manera puntual, aunque es cierto que en los últimos años la tecnología aplicada a este tipo de herramientas ha crecido tanto que ahora son capaces de detectar muchas más infracciones.
En nuestro país existen casi 3.000 radares en funcionamiento, barrera que se espera se supere en los próximos años. De tramo, de velocidad puntual, de semáforo, de uso de teléfono móvil o de uso del cinturón de seguridad, la inmensa mayoría de radares instalados en España cuentan también con la «habilidad» de saber si el vehículo que acaba de cometer una infracción cuenta con la ITV o el seguro en vigor, multiplicando su poder de control. Los últimos que se unen a la lista son los llamados radares de cruce, y su función principal, en este caso, es la de alertar a otros usuarios de la presencia de un vehículo en una intersección.
Cómo funcionan los radares de cruce de la DGT
Colocados fundamentalmente en cruces situados en carreteras convencionales, su funcionamiento es relativamente simple: una cámara es capaz de detectar si hay un vehículo situado en un cruce, con intención de incorporarse a la vía principal. Si esto ocurre, mediante un software que identifica la presencia de un vehículo, se manda una señal para que se ilumine una advertencia colocada decenas de metros antes del cruce, en ambos sentidos de la vía principal, en la que se alerta a los conductores de la presencia del vehículo.
Con esta actuación los conductores que circulan por la vía principal tienen margen suficiente para anticipar sus movimientos, pero lo cierto es que detrás de un propósito que parece más que razonable y legítimo, se esconde otra realidad: parece que la mayoría de estos radares de cruce también son capaces de detectar excesos de velocidad, lo que está haciendo que muchos conductores se lleven una «sorpresa» en forma de propuesta de sanción tras haber circulado por esa vía.
La mayoría de infracciones detectadas por la DGT tienen que ver todavía con el exceso de velocidad. No son, sin embargo, las únicas infracciones que se registran en Tráfico, ya que entre los comportamientos fuera de la ley que los usuarios llevan a cabo al volante es posible encontrar también el consumo de alcohol o drogas y, cada vez en mayor medida, el uso del teléfono móvil, una práctica terminantemente prohibida pero que lamentablemente no para de crecer y que, en los últimos años, ya se sitúa en el Top 3 de infracciones al volante.