Hubo un tiempo en el que los fabricantes, cuando querían hacer una versión de altas prestaciones de algunos de sus modelos, acudían a Hethel, Reino Unido, a una marca que sigue siendo leyenda en la Fórmula 1. Uno de estos coches, que por fuera podría parecer el coche del abuelo, se acabó convirtiendo en uno de los ‘sleepers’ (coche muy prestacional que no lo parece) más significativos para el mundo. Y para la policía.
El Lotus Omega/Carlton es una leyenda, nacida como el Ford Cortina Lotus moderno
Después de que General Motors adquiriese Lotus en 1986, el director general de Lotus Mike Kimberly propuso a GM la idea de hacer un coche de altas prestaciones basándose en una berlina, lo que se acabaría conociendo como Lotus Omega o Lotus Carlton (el Omega se conocía como Vauxhall Carlton en Reino Unido). GM tenía en aquellos momentos al Opel Omega de 1º generación que estaba logrando buena cuota de mercado. Lotus tenía un gran renombre a la hora de preparar motores, fama que se disparó con los éxitos en circuitos de los Ford Cortina Lotus en los años sesenta.
En los años ochenta, existían dos vertientes: los que confiaban en los motores de 4 válvulas por cilindro, sobre todo los franceses con motores de 4 cilindros (y, por tanto, 16 válvulas) y los que se rendían al encanto del turbo tras su avance en Fórmula 1 con Renault como pionera (aunque de hecho Renault ahondó en ambos caminos). GM y Lotus, para este proyecto, optó por el segundo camino.
Es así como llegamos al 6 en línea 3.0 de 24 válvulas convertido a un monstruoso 3.6 con dos turbocompresores Garrett T25, intercooler refrigerado por agua, refuerzos en el bloque, pistones forjados Mahle e ignición tomada del Lotus Esprit. El resultado eran 382 CV de potencia y 567 Nm de par motor, acoplada a la caja de cambios Tremec T-56 de seis velocidades utilizada en el Chevrolet Corvette ZR1.
A modo de comparación, el BMW M5 E34 rendía unos 315 CV con su seis cilindros atmosférico. El Mercedes 190E Evolution entregaba 235 CV en su versión final. Estaba claro que el coche era increíble – una gran creación de Lotus, que incluso contaba con neumáticos a medida. Pasaba de 0-100 km/h en 4,9 segundos (el Ferrari Testarossa tardaba 5,8 segundos, como referencia) y podía alcanzar los 305 km/h, nada menos.
De las mejores creaciones de la historia de General Motors y Lotus
El aspecto era increíble, un testamento al súmmum de la deportividad y poder de la industria del motor en los años 90: llantas de 17 pulgadas, frenos AP Racing, con discos ventilados de 330 mm y pinzas de cuatro pistones en el eje delantero, rejillas de ventilación en el capó, ensanches en los pasos de rueda… el alerón trasero y su color Imperial Green avisaba a sus observadores de la bestia ante la que estaban.
También contaba con asientos Recaro en el interior, convirtiéndolo en un verdadero deportivo, mucho más allá de los Opel Calibra que muchos se podían comprar como Vectra deportivo. Era sin duda un coche increíble, con una gran puesta a punto de la suspensión y el tren trasero autonivelante que tomaba del Opel Senator. GM estaba en aquellos años disfrutando de haber realizado una obra maestra sobre ruedas.
Ahora bien, su tremenda velocidad, incluso en aquellos años que ahora se ven algo excesivos, le labró mala fama. Una fama que se acrecentó cuando una banda de delincuentes, tras sus atracos, huía con pasmosa facilidad con su Carlton matrícula ’40 RA‘ (Classic and Sports Car). Ni los Senator, ni los helicópteros, ni mucho menos los pequeños Rover Metro de las autoridades podían con la bestia negra de Lotus.
Aunque el gobierno británico tomó cartas en el asunto, ya era algo tarde: esto sucedió en 1994, dos años después de que se terminase la producción del Lotus Omega/Carlton. 630 unidades eran Omega con volante a la izquierda y las restantes 320 restantes eran Carlton con volante a la derecha, dando un total de 950 unidades. Nada mal para la versión vitaminada del Omega que podría tener tu abuelo en el garaje.