Es probable que en las últimas horas hayas escuchado informaciones que, a priori, pueden resultar preocupantes. Noticias que hablan de elevar notablemente los impuestos, hasta un 28,6% para el gasóleo que utilizan los coches diésel. ¿Pero por qué ahora? ¿Habrá una subida de impuestos? ¿Quiénes son los expertos que han propuesto esta idea y por qué han presentado un informe tan severo con los diésel? ¿Qué sucederá en los próximos años?
La Comisión de Expertos propone más impuestos para los coches, y especialmente los diésel
En los últimos años se han suscrito diferentes compromisos en materia medioambiental, en ámbitos más específicos como preservar la calidad del aire de nuestras ciudades y para reducir las emisiones de CO2. Para alcanzar estos objetivos es necesario tomar decisiones, establecer medidas que no siempre serán populares y una revisión profunda del modelo energético del país.
De ahí que el Gobierno de España, mediante su aprobación en el Consejo de Ministros, creara una Comisión de Expertos que elaborara un informe en el que se analizaran diferentes propuestas para definir una estrategia. Y esas propuestas son precisamente las que estos días estarás escuchando en los medios, y las que se presentaron en el informe que ayer fue entregado al Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital.
Hablamos, por lo tanto, de un informe que es mucho más profundo de lo aplicable a los diésel, a los coches en general, y al tráfico rodado. Hemos de tener en cuenta que la reducción de CO2, que es la cuestión fundamental analizada por la Comisión de Expertos, y un requisito indispensable de los acuerdos firmados, tendrá un coste aparejado. Aunque al profano pudiera parecerle sorprendente, existen unos derechos de emisión, unos instrumentos mediante los cuales el mercado permite que se pueda comprar el derecho a emitir un excedente de gases a la atmósfera, o aprovechar para vender derechos de emisión por los gases que un país estaba autorizado a emitir, pero no emitió. De ahí que el objetivo sea analizar el coste de reducir esas emisiones de CO2 abogando por una transformación energética que empieza en la generación.
Y se llega a conclusiones que generalizando, mucho, se pueden resumir en incrementar la producción de renovables, eliminar el carbón porque el coste de reducir sus elevadas emisiones hará que sencillamente sea inviable, o mantener la producción nuclear hasta el fin de la vida útil de las centrales actuales, porque el coste de remplazar su generación energética mediante otras fuentes sería demasiado alto. Y eso, en última instancia, nos lleva al tráfico rodado, que al final es lo que más nos interesa en un medio específico del motor como este.
El transporte, los coches y su contribución a las emisiones
Según las estadísticas del Ministerio, el 24,8% de las emisiones brutas de CO2 del país en 2015 se debieron al transporte. Del total de 83,4 millones de toneladas de CO2 emitidas por el transporte, el 99,6% provienen de fuel líquido, 78,084 millones del transporte por carretera y algo más de 53 millones de los automóviles. Con lo cual ya vemos que, efectivamente, los coches sí tienen un peso específico, e importante, en las emisiones de gases de efecto invernadero, que son las que se están tratando principalmente en este informe.
La conclusión del informe es una simulación en la que, de nuevo simplificando mucho, se plantea un proceso de transformación energética, y en el caso del tráfico rodado, una serie de medidas que incentivarían ese proceso – por ejemplo apoyando al coche eléctrico – y que necesariamente implicarían una inversión pública importante, más impuestos y que el coste de la energía se incremente en algunos casos. Y este es el ejemplo más claro del diésel, que según esta proyección incrementaría su precio en un 28,6%.
¿Por qué se incrementaría el precio del diésel?
¿Por qué incrementaría su precio el diésel, el gasóleo, en un 28,6%? Porque para sufragar buena parte de las medidas que se plantean en en este informe sería necesario. Así como el desarrollo de la infraestructura de generación se sostendría con el pago de cuotas y el coste de servicio que ya acarrean los consumidores, para financiar otras medidas, como incentivos para el transporte sostenible y energías alternativas, y la infraestructura necesaria tanto en el entorno urbano, como en las carreteras, sería necesario introducir nuevos impuestos sobre los combustibles más contaminantes.
Y aunque el diésel, ciertamente, conlleva unas emisiones por kilómetro recorrido inferiores a sus homólogos de gasolina, aquí también entraría en juego un segundo factor que se tiene en cuenta en el informe, aún sin ser el tema fundamental, que sigue siendo el CO2, el de contaminantes como los NOx y gravar con nuevos impuestos las fuentes que los generan.
¿Subirán los impuestos a los coches y el diésel?
El futuro no plantea otro panorama que no sea el de aumentar impuestos a los coches, y especialmente a combustibles como el diésel. Ya no solo por la necesidad de reducir las emisiones de CO2, sino sobre todo por atajar otros problemas que ya están sufriendo muchas ciudades españolas, el más obvio, el de la contaminación, y el de la congestión del tráfico.
Incluso desde este informe, que necesariamente ve al diésel, y sus impuestos, como un objetivo para sufragar el coste de la transición energética, se plantean vías alternativas. El propio informe habla de la posibilidad de introducir sistemas de viñetas, como los existentes en muchos países europeos, que de nuevo cargarían los costes sobre los conductores, pero que permitirían que la carga impositiva sobre los carburantes se redujera. También se plantean exenciones, o reducciones. Las consecuencias de un incremento cercano al 30% en el diésel para el transporte de mercancías y pasajeros tendrían un gran calado sobre el coste de los servicios. Pero, insistimos, esta no necesariamente es la solución definitiva, sino una de muchas.
Como conclusión, y después de todo lo dicho, creo que sobra apuntar que estas medidas no son más que una propuesta, un informe elaborado por expertos. Eso no quiere decir que vayan a aplicarse y ni tan siquiera que el Gobierno tenga intención alguna de transformar el informe en un proyecto, que en cualquier caso se llevaría a cabo a largo plazo. Pero sí podemos hacernos una idea del futuro que nos espera y de que los retos que ha de afrontar el modelo energético español implicarán medidas a menudo drásticas, como las que se plantean en este informe.