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Este Mazda 323 ha recorrido 2 millones de km en el Congo y sigue rodando, ¿cuál es tu excusa? (+vídeo)

Me parece fascinante conocer otras culturas automovilísticas. En Diariomotor en muchas ocasiones os hablamos de la cultura estadounidense, de la cultura británica o de la cultura automovilística japonesa. Sin embargo, quizá olvidamos que también hay una vibrante cultura automovilística en América Latina o en África. En el caso de África, es una cultura derivada en muchos casos de la necesidad. Pero no solo es necesidad la que mantiene en la carreteras del Congo a un Mazda 323 1.6 tras la friolera de dos millones de kilómetros.

Es necesidad, pero también es pasión por el motor. Como medio de transporte, una moto es mucho más sencilla y habitual en países como la República Democrática del Congo. Los coches son productos menos habituales, y los que circulan por sus calles suelen haber tenido vidas muy largas en sus países de origen, o suelen pertenecer a individuos con ciertas posibilidades económicas. No conocemos la historia del Mazda 323 GLX 1.6i Kombi. Solo sabemos que en 1991 desarrollaba 86 CV, transmitidos al suelo mediante una caja de cambios manual.

Las holguras de este coche son impresionantes. Asumimos que no queda un solo silentblock en buen estado en el coche.

Este Mazda 323 de práctica carrocería familiar habría sido desguazado hace mucho tiempo en cualquier país avanzado, pero no así en un país como el Congo. Si apenas hay recursos económicos, un coche debe ser mantenido todo el tiempo posible. Este coche no solo ha excedido las especificaciones de diseño originales en varias ocasiones, si no que goza de una durabilidad equivalente a la de los vehículos industriales pesados. Asumimos que ha sido mantenido en talleres «de barrio» y reparado de forma casera en infinidad de ocasiones.

Se ha mantenido, pero os garantizo que se ha escatimado todo lo posible en su mantenimiento. La prioridad es que el coche siga moviéndose por sí mismo, pero no mucho más: elementos como los neumáticos, amortiguadores, carrocería o ciertos fluidos han sido ignorados de forma continua. El vídeo afirma que el coche tiene dos millones de kilómetros, y aunque no hay forma de contrastarlo, a tenor de su estado, no resulta difícil creerlo. No queda un solo panel de carrocería en buen estado, el óxido abunda y su interior se cae literalmente a trozos.

El motor consume aceite a raudales, y posiblemente agua.

No hay acceso al tanque de combustible y es posible que ni siquiera se encuentre ya en el coche: el motor bebe gasolina de una garrafa situada en el maletero, mediante una línea de combustible tirada a través del habitáculo. Faltan trozos del volante y su holgura es sensacional, teniendo que girar media vuelta para que el movimiento se traduzca a la dirección. La holgura en el cambio es de dimensiones similares y asumimos que no queda un solo silentblock sano en todo el vehículo. Y sin embargo, el coche parece seguir funcionando a diario.

Se resiste a morir, pese a que su motor quema aceite de manera muy visible, pese a que su cadena de distribución hace un ruido muy poco sano, y pese a que sus colectores de escape tienen fugas importantes. No me extrañaría que el coche consumiese agua de forma alarmante, que su dirección asistida no funcione y que su líquido de frenos sea tan oscuro como el petróleo. Este coche lleva años viviendo en la UCI, pero se resiste a irse al otro barrio. A estas alturas de la película, me puedo creer que siga funcionando otros diez años.

Aun teniendo su edad y kilometraje, Passy parece conducir el coche sin muchos miramientos.

El vídeo grabado por el canal de YouTube de Passy, y el vídeo que TopSpeedGermany ha publicado en su canal nos muestran dos vídeos del coche, circulando por las calles de una ciudad africana sin identificar. La conducción en sí resulta fascinante, con una total ausencia de normas de circulación y un aparente caos ordenado.

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Sergio Álvarez

Aunque es técnico en comercio internacional de formación, los coches han sido su pasión (incluso obsesión) desde que apenas levantaba un metro del suelo y sus padres le regalaron un Ferrari rojo a pedales. Su afición se ha profesionalizado en Diariomotor, donde está presente desde 2008. Seguir leyendo...

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