Japón y su cultura de dedicación al trabajo es de sobra conocido. Pero dime, ¿qué ocurre si cambiamos la palabra trabajo por pasión? Sucede que se escribe uno de los mejores capítulos en el libro del mundo del motor.
El mejor motor de todos los tiempos
A finales de los 50, Mazda se hizo con la patente del motor rotativo (Wankel) con ayuda del propio gobierno Japonés. Un equipo de 180 ingenieros dedicó incontables horas a subsanar los principales problemas del motor rotativo a la hora de ser lo menos contaminante posible, gastar poco y, lo más importante, ser fiable.
El Mazda 787B alcanzó un hito automovilístico en 1991 siendo el primer y único coche con motor rotativo en ganar las 24h de Le Mans. Por supuesto, esto no fue casual. Miles de horas de trabajo, preparación y actuar en la sombra venían ya desde los lejanos años 70, en los que Mazda comenzaba a asomar coches con estos motores por el mundo de la competición.
Mazdaspeed ya existía, solo que con otro nombre
Mazda Sports Corner, presente desde 1967, acabaría adoptando el nombre de Mazdaspeed. Bajo ese término se mostraría al público el 787B. Un coche que representa el culmen de los motores rotativos Mazda.
Todo el coche contaba con un brillante apartado técnico, pensado para sacar el máximo de su motor R26B. Una unidad de potencia con un sonido que todos adoramos (vídeo abajo).
Cuatro rotores de 654 CC formaban un total de 2.6 litros de cubicaje, que desarrollaba 710 CV a 9000 RPM. Todo para mover un conjunto de 839 KG. Casi 200 menos que el resto de la parrilla.
El secreto del R26B del Mazda 787B de Le Mans
Con las palabras fiabilidad y bajo consumo como aliadas, el equipo optó por ir a tope desde el principio de la carrera. Algo sumamente arriesgado, teniendo en cuenta la cantidad de horas que hay por delante de una prueba de resistencia como esta. Sin embargo, la menor necesidad de entrar a boxes del 787B frente a sus competidores, era una baza que no se podía desaprovechar. De hecho, se había sacrificado potencia en la fase de desarrollo, para lograr esa fiabilidad y bajo consumo.
Volviendo al R26B, encontramos un diseño sumamente refinado con un sistema espectacular de admisión de longitud variable, donde las trompetas de admisión cambian su largo en función de la necesidad del motor. En términos sencillos, trompetas cortas proporcionan potencia a altas revoluciones y trompetas largas ayudan a generar un mayor par motor en bajas revoluciones. (En el vídeo de abajo puedes ver su hipnótico movimiento).
Los motores rotativos son conocidos por tener poco par en bajas revoluciones. Los ingenieros de Mazda supieron solucionar este problema sin sacrificar nada y teniendo lo mejor de ambos mundos. Por lo que el 787B tuvo el sistema de admisión más sofisticado hasta el momento que, en conjunto con todo lo demás, llevo al coche verde y naranja número 55 del puesto 19 de salida a la victoria tras completar 362 vueltas a una velocidad media de 205’38 KM/H.