El Mazda RX-8 es uno de esos deportivos especiales. Aunque personalmente no me guste su diseño, su tren de propulsión rotativo lo convierte en un coche único en su especie. Ha sido el último coche de producción en poseer un motor Wankel, con dos rotores y un altísimo régimen de giro, que le permitía llegar a los 231 CV. Pese a todos los inconvenientes de un motor rotativo – sellos delicados y consumo de aceite, intrínsecos a su correcto funcionamiento – su legión de fans es absolutamente fiel y populosa. ¿Y si pudieras tener uno por sólo 3.500 euros? Ahora bien, hay un enorme pero en este Mazda RX-8 a la venta en Lituania.
No, no es uno de esos coches con un lado completamente destrozado y otro lado con buen aspecto. El coche está completamente íntegro, es de color rojo y posee un interior de cuero en aparente buen estado. Tiene unas llantas de aftermarket un tanto cuestionables, pero es un mal de sencilla solución. El RX-8 en cuestión tiene 160.000 kilómetros, pero hemos visto ejemplares que han aguantado mucho más con un mantenimiento correcto y alguna que otra reparación. En España, por un coche así habría que pagar al menos 7.000 euros. ¿Cómo es posible que este coche cueste sólamente 3.500 euros?
Porque esconde un secreto, y uno muy oscuro. Un motor 1.4 procedente de un Renault Twingo. Sí, yo también he tenido que pararme a leerlo de nuevo. Un 1.4 de gasolina con apenas 70 CV de potencia. ¿Estamos locos? De todos los swaps de motor que podrían haberse hecho, tuvo que reemplazarse su rotativo – posiblemente gripado o con una reparación demasiado cara en ciernes – por un bloque con un tercio de su potencia original. El único aspecto en el que el RX-8 habrá mejorado es en consumo de combustible, porque el rotativo sí tenía una sed de gasolina desmedida. Ahora bien, adiós a todo atisbo de emoción al volante.
Quizá un diésel atmosférico habría sido aún peor, si miramos al lado bueno de las cosas. Y al menos el coche puede moverse por sus propios medios. El comprador puede adquirirlo, desahacerse del motor Renault e instalar en su lugar otro rotativo, u otro motor de potencia más acorde al coche. Mientras tanto, tendrá que vivir con un oscuro secreto. Desde luego, un secreto mucho más oscuro que el de aquél Peugeot 205 GTI, que vio su motor de 1,9 litros reemplazado por un humeante turbodiésel XU9DT. Al menos aquél Peugeot 205 aún se movía ágilmente. No puede decirse lo mismo de este pobre Mazda RX-8.
Fuente: Carscoops
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