Hace años, cuando los avances tecnológicos eran limitados el ingenio lo era todo, y prueba de ello es el Mercedes 300 Messwagen que la firma de la estrella tiene expuesto en su museo de Stuttgart. Un one off que fue exclusivamente diseñado para que los ingenieros de la marca alemana pudieran poner a punto los diversos prototipos en la década de los 60 y que puede definirse como un laboratorio con ruedas, tal y como su nombre indica (messwagen en alemán significa «coche de medición»).
Como deja ver su característico frontal, para crear el Messwagen se tomó como base un Mercedes 300 Adenauer (W168) que fue totalmente transformado desde el pilar B para que pudiese albergar los diferentes instrumentos de medición y almacenamiento de datos en la parte trasera del mismo. El motivo por lo que se pensó en el 300 como base se debía a la necesidad de contar con suficiente espacio para transportar el voluminosos y pesado instrumental, además de que poseía un motor de 160 CV con el que podrían seguir con cierta facilidad al coche ensayado. No obstante, la velocidad máxima del Messwagen era de sólo 120 km/h por los 165 km/h del Adenauer original.
En el Messwagen se recogía toda la información procedente del coche de pruebas
Así pues, se le dotó se unos amplios cristales panorámicos en la “zona de trabajo”, lo que generaba ciertos problemas cuando el sol arreciaba a pesar de que podían abrirse, además de un par de pequeñas e incómodas sillitas de mimbre para que los ingenieros se sentasen, un equipo de radio y un generador de electricidad para alimentar todos esos aparatos.
De esta forma los ingenieros de Mercedes podían hacer uso de la más alta tecnología de la época para poner a punto los nuevos modelos de la marca, ya que en esos años los ordenadores y sistemas de adquisición de datos eran demasiado voluminosos y pasados para que pudiesen viajar en el coche ensayado. Además, ese peso extra también falsearía los resultados obtenidos, por ejemplo, los relacionados con el comportamiento del sistema de suspensión o de frenado.
Sin embargo, quizá lo más curioso de todo es la forma en la que se enviaban los datos desde el coche de pruebas hasta el laboratorio. Tal y como puede verse en la exposición de Mercedes en la que el Messwagen aparece justo detrás de un 220 S (W111), se empleaba un cable de 30 metros de longitud que conectaba ambos vehículos por el que se transmitían hasta 14 señales simultáneas. No obstante, en la mayoría de los casos esos datos quedaban guardados en una cinta magnética en nuestro protagonista para luego examinarlos tranquilamente.
Por tanto, el Mercedes 300 Messwagen fue una de las herramientas más preciadas con las que contó Mercedes para el desarrollo de sus coches desde 1960 y hasta entrados los años 70, recorriendo numerosos kilómetros en la pista de pruebas de Untertürkheim y también en carretera abierta, pues como se ve en las imágenes, el Messwagen estaba matriculado (S-MH 867) para poder circular por la vía pública.