Corría el año 2000 cuando el diésel era el combustible del futuro. Adquirir un coche con motor diésel era hacerse con un todo ventajas por consumo, rendimiento y bajas emisiones de CO2. Tal era el frenesí que existía con el gasóleo, que hasta fabricantes como Mercedes empezaron a ver en el diésel un posible recurso para fabricar coches deportivos. Aunque combinar altas prestaciones y motor diésel sonaba a locura por aquel entonces, y para muchos lo sigue sonando, en AMG quisieron dárselas de visionarios allá por 2003 y desarrollaron su primer «deportivo diésel» bajo la denominación Mercedes C 30 CDI AMG. Fue el primer AMG diésel, pero también fue el último.
Cuando hablamos de coqueteos entre deportividad y motores diésel siempre se nos viene a la cabeza la imagen de Audi, a todas luces el fabricante que más y mejor defendió esta idea con sus prototipos y victorias en las 24 Horas de Le Mans,. De hecho es una apuesta que aún hoy mantiene en su gama con las versiones S de muchos de sus modelos vinculadas de forma obligada a motores diésel V6 o V8. Pero aunque Volkswagen y Audi llegaron a desarrollar los todopoderosos 5.0 V10 TDI de 313 CV y 6.0 V12 TDI de 500 CV, fue Mercedes-Benz la primera que se tiró a la piscina y encargó a AMG poner a punto un motor diésel bajo la filosofía un hombre una máquina, empleando además todo lo disponible en puesta a punto de chasis y grupo de transmisión para que ese primer AMG diésel fuera un AMG con todas las de la ley.
Mercedes-Benz Mercedes Clase C
El resultado del experimento fue el Mercedes C 30 CDI AMG, modelo que llegaría al mercado en carrocerías SportCoupé, berlina y familiar. Este primer AMG diésel compartía un nutrido número de elementos con el Mercedes C 32 AMG, el hermano gasolina que empleaba un motor 3.2 V6 Kompressor de 354 CV. Bajo el capó del C 30 CDI AMG se incluyó el motor turbodiésel de 3 litros (2.950cc) y 5 cilindros que era común en toda la gama Mercedes, sin embargo AMG revisó la mecánica para llevar la potencia máxima hasta los 231 CV y el par máximo hasta los 540 Nm. También se revisó el cambio automático pilotado «SpeedShift» de 5 relaciones, consiguiendo así firmar una velocidad máxima de 250 Km/h y una aceleración de 0 a 100 Km/h en 6,8 segundos… por aquel entonces se hizo con el título de el diésel más rápido del mercado, casi nada.
Puesto a la venta en 2003, el Mercedes C 30 CDI AMG tuvo una vida comercial realmente corta con el final de su producción en 2004. Desde su lanzamiento Mercedes y AMG tuvieron que capear un sinfín de críticas en cuanto al concepto «diésel + deportividad», no tanto así en su rendimiento cuyas cifras no eran nada malas para lo que era un diésel de la época. El funcionamiento de los 231 CV y el sonido que emanaba de aquel 5 cilindros turbodiésel no eran los esperados en un AMG. Por muy conseguido que estuviera, nadie podía ocultar que bajo el capó de aquellos Mercedes había un motor diésel que en nada se parecía a lo que ofrecía el Mercedes C 32 AMG.
Con una vida comercial realmente breve y la promesa de no volver a intentarlo, AMG cerró su único periplo con los motores diésel sin intención de mirar atrás. Pasado el tiempo, en Affalterbach han cumplido su palabra apostándolo todo a motores gasolina de diferentes configuraciones, mejorando la eficiencia de sus motores a través de la sobrealimentación en los últimos años, y de la electrificación a partir de este mismo momento. De hecho el downsizing y la hibridación han llegado para quedarse, habiéndose presentado ya el programa E Performance donde la hibridación enchufable conquistará toda la gama, y en donde además ya se habla de un Mercedes-AMG EQS (100% eléctrico).
Extra Lap:
Así era el anuncio con el que Mercedes publicitaba el vanguardista Mercedes C 30 CDI AMG en 2003