Esta historia de Porsche y un Mercedes-Benz también nos recuerda que a menudo somos tremendamente injustos, y simplificamos una victoria competición atribuyéndosela a las manos de un piloto, o la superioridad de un coche de carreras. Obviamente, tanto el piloto, como su coche, son cruciales en una victoria, pero nos olvidamos de que un equipo de competición es una máquina perfectamente engrasada con el único objetivo de ganar. Ya sabes, como reza aquella frase atribuida a Senna, el segundo es el primero de los perdedores. Imaginad mi sorpresa al llegar al Museo Porsche de Stuttgart y encontrarme un Mercedes Clase G muy cerca de un Porsche 959. Su historia no es menos curiosa que esta anécdota. Allá por los años ochenta, nos podemos hacer a la idea de que nadie en Porsche podía imaginarse que acabaría naciendo un Porsche Cayenne. El Porsche 959 se proponía un reto tan apasionante como vencer en el Rally París-Dakar, y el equipo Porsche necesitaba un coche de apoyo que fuera capaz de resistir a las inclemencias del desierto, y del continente africano, viajando muy cerca de los 959. Y así fue como Porsche decidió emplear este Mercedes Clase G.
Los ingenieros alemanes son orgullosos. Imaginamos que los ingenieros de Porsche, y ante ausencia de un todoterreno propio, admitieron la necesidad de emplear el Mercedes Clase G de sus vecinos de Stuttgart. Pero, en cualquier caso, y durante el proceso de preparación para los rallys a los que debía enfrentarse el Porsche 959, confiarían en su tecnología.
Mercedes-Benz Mercedes Clase G
Y fue así como decidieron que el Mercedes Clase G que emplearían de apoyo equiparía un motor de la casa. Que también era mucho más potente que el inicialmente empleado por la base escogida.
De esta forma, el Mercedes Clase 280 GE, con motor de seis cilindros en línea, acabaría equipando un motor V8 de 4.957 cm3 que entregaba 320 CV de potencia, y permitía alcanzar una velocidad punta de 180 km/h. Un motor utilizado a mediados de los años ochenta por el Porsche 928 S4.
El debut de este vehículo de asistencia tendría lugar en el Rally de los Faraones de 1985. Porsche tenía tanto interés en que este siguiera de cerca a sus coches de carreras que incluso lo registró en la competición. Y tal fue el éxito de aquella preparación del Mercedes Clase G con motor Porsche que cruzaría el segundo la meta tras el Porsche 959, que inició su andadura deportiva en los raids para afrontar la dureza del París-Dakar.
Aquel Mercedes Clase G se exhibe estos días, junto al Porsche 959, en el Museo Porsche de Stuttgart. Y allí seguirá hasta el 25 de febrero de 2018, formando parte de la exhibición temporal «New tracks. Every Destination. Always Porsche» que rinde homenaje a su trayectoria fuera del asfalto, con motivo del lanzamiento del nuevo Porsche Cayenne.
He aquí el detalle del motor V8 de Porsche en el espacio del motor del Mercedes Clase G.
En el París-Dakar de 1986, los tres Porsche 959 que compitieron cruzaron la meta, copando las dos primeras posiciones y situando a un tercero en la sexta plaza.