Vivimos en una sociedad ultraconectada. Nos hemos acostumbrado a establecer comunicaciones instantáneas, con la otra punta del mundo, en cualquier lugar, a cualquier hora, a un par de toques de la pantalla de un dispositivo que puede sostenerse en la palma de la mano y con el que podemos cargar todo el día en el bolsillo de un pantalón. Nos hemos acostumbrado a conducir coches con pantallas inmensas, permanentemente conectados, recibir llamadas, leer emails y saber si en nuestra ruta hay demasiado tráfico, y deberíamos buscar alternativas. Pero hace tan solo unas décadas la única comunicación existente en un automóvil era unidireccional y no iba más allá de lo que podía ofrecernos un equipo de radio.
Un extra muy peculiar en el museo de Mercedes-Benz
Mercedes-Benz nos mostraba estos días el dispositivo que vemos en estas imágenes y que se exhibe en el Museo Mercedes-Benz de Stuttgart, junto con otros 32 extras que han pasado por los coches de la marca y que hoy en día son historia de la automoción. Hasta el nacimiento de la telefonía móvil, apenas existían canales de comunicación bidireccional, al menos en el automóvil privado. Pero hubo un tiempo en el que miles de usuarios se comunicaban formando una comunidad que hoy a muchos, entre los que me incluyo, nos hará sentir bastante viejos, la comunidad de los radioaficionados.
Muchos radioaficionados disfrutaban, como hobby, intercambiando comunicaciones con otros radioaficionados desde su propio hogar. Pero este sistema de comunicación alcanzó especial popularidad en el automóvil, insistimos, más allá del uso profesional.
El dispositivo que os mostramos hoy es un sistema de radiofrecuencia de los años setenta, utilizado por conductores que se comunicaban en la denominada Banda Ciudadana, que se desarrolló en Estados Unidos a partir de los años cuarenta y en Europa desde los años setenta.
A pesar de que no era una tecnología utilizada por el grueso de los conductores podía resultar especialmente útil en automóvil. Pensemos que los usuarios de este tipo de dispositivos podían comunicarse con otros radioaficionados, a menudo profesionales, como taxistas, o camioneros, y conocer posibles incidencias en carretera, embotellamientos, accidentes, nevadas… Estamos hablando del precursor de la comunicación coche a coche que hoy en día se vislumbra como el futuro del automóvil.
Con el tiempo, los automóviles de lujo comenzaron a integrar su propio teléfono. Y a partir de ahí, la telefonía móvil puso el resto, junto con los sistemas de telefonía manos libres inalámbricos, para revolucionar la comunicación en el coche. Véase la imagen superior, de un Mercedes ML de 2001, con un teléfono móvil Nokia acoplado y un vetusto sistema de entretenimiento (también presente en el Museo Mercedes-Benz) que, lo creas o no, ya incluía llamadas telefónicas manos libres y también redacción y lectura de mensajes cortos.
Más imágenes de los extras del Museo Mercedes-Benz: