Corría el año 1996, y en el Salón de París, Mercedes presentaba un nuevo prototipo. Se llamaba Mercedes F 200 Imagination, y se trataba de un elegante coupé de lujo de dos puertas. Aunque aun faltaban tres años para su lanzamiento, en él ya se podían ver trazas del Mercedes CL (C215). Su objetivo no era anticipar ese futuro coupé de lujo, era convertirse en un oráculo del coche moderno. Un coche que adelantaba algunas de las tecnologías que pasarían a ser de serie en los coches del futuro. En retrospectiva, esta profecía del coche actual fue sorprendentemente precisa, a excepción de algunos “detalles”, como sus joysticks de dirección.
Mercedes creía en 1996 que el coche del futuro estaría conectado a internet y que estaría repleto de pantallas. Un vistazo a su salpicadero nos revela que la visión de un interior “todo pantallas” nació hace 25 años, y se ha materializado en la hyperscreen de los Mercedes Clase S y Mercedes EQS – llegando antes a otros coches de producción, como por ejemplo, el Honda e. Lo más llamativo del prototipo, en mi opinión, era su habitáculo: ¡no tenía volante! Mercedes equipó en este vehículo controles by-wire, no solo para acelerador o frenos, si no también para la dirección. Y a causa de ello, reemplazó el tradicional volante por joysticks.
Estos joysticks estaban situados en la consola central y en las puertas. Estos joysticks no solo permitían al coche girar, si no también acelerar y frenar. Y curiosamente, en la puerta del pasajero también había un joystick, pudiéndose controlar el coche desde este mismo – las discusiones matrimoniales podrían haber tomado un cariz de lo más interesante. Hoy en día, los coches tienen sistemas de acelerador, freno y dirección by-wire – siendo este último una rareza – pero ninguna marca ha implementado estos joysticks. La dirección del coche sigue confiada al tradicional e imbatible volante, por mucho que Tesla intente nadar contracorriente.
Este detalle ha sido el único detalle del coche que no se ha cumplido en los coches de producción. El resto del coche es sorprendentemente cercano a lo que es un coche moderno. Sin ir más lejos, el salpicadero, convertido en un centro de información repleto de pantallas, incluso con cámaras haciendo la función de espejos retrovisores. Estas pantallas estaban conectadas a una versión primitiva de internet, permitiendo funciones de banca a distancia. Además, el coche permitía hacer llamadas manos libres gracias a la integración de un teléfono móvil en su hardware. También fue pionero en el reconocimiento de comandos de voz.
El sistema Linguatronic reconocía comandos de voz, tal y como lo hace el actual MBUX. Pero la genialidad de este prototipo no terminaba ahí. Tenía faros bixenón con seis módulos de iluminación variable, en clara precursión de la iluminación adaptativa actual, que hace uso de hasta 1,3 millones de píxeles. Fue el primer coche en equipar airbags de cortina y su suspensión era una ABC (Air Body Control) neumática, además de adaptativa y de dureza variable. Equipaba un techo solar electrocrómico – acabaría siendo de serie en los Maybach 57 y 62 – y su sistema de cámaras en 360 grados facilitaba las maniobras de aparcamiento.
Era un coche sorprendentemente profético, adelantado 20 años a su tiempo, pero con los pies en la tierra. Incluso sus puertas de apertura vertical, parecidas a las de un Koenigsegg, acabaron siendo usadas en el icónico Mercedes-McLaren SLR. A nivel técnico, no obstante, el F 200 Imagination no era tan revolucionario. Era un CL 600, y como tal, montaba un motor 6.0 V12 atmosférico de 394 CV de potencia, asociado a una caja de cambios automática de cinco relaciones, que enviaba su potencia exclusivamente al tren trasero del coche.