Hay coches que con el paso de los años cada vez se ven mejor, y pasado un momento, adquieren un encanto especial. Este es el caso del Mercedes SL de cuarta generación, conocido internamente con el código R129, y cuya historia te vamos a contar brevemente a continuación.
Se trata de un descapotable biplaza, con potencias que van desde los 193 CV de un seis cilindros en línea, hasta los 525 CV de los escasos y exclusivos SL 73 AMG con 85 unidades vendidas, contando con una capota de lona eléctrica y un hard top que le sienta realmente bien. Sin embargo, no esperes del SL R129 un comportamiento genuinamente deportivo, pues viene a ser una suerte de Clase S descapotable de claro planteamiento GT, a pesar de que las siglas SL, de Sport Leicht, significan en alemán deportivo ligero.
Así pues, hace unos cinco años este modelo había tocado fondo en el mercado de ocasión, siendo posible encontrar unidades el afamado SL 500, un V8 de 5 litros con potencias de 320 CV ó 306 CV, según versión, por unos seis mil euros. Esa época ha pasado, y el SL es un valor al alza con clara tendencia ascendente, donde una unidad en buen estado se mueve claramente en el entorno de los 15.000 €, aunque siempre es posible encontrar un chollo por parte de “algún despistado.”
El SL R129 de cuarta generación se presentó en 1989
Fue en el Salón de Ginebra de 189 cuanto el Mercedes SL hizo su debut, sorprendiendo con un diseño de líneas rectas y elegantes obra de Bruno Sacco, quien pretendía unificar el código de estilo de la marca de la estrella, guardando así grandes similitudes con el W124 (Clase E), el W201 (Clase C) o el inmediatamente posterior W140 (Clase S).
Lo cierto es que el SL sorprendió, y la previsión inicial de 20.000 unidades se quedó corta, lo que demoró las primeras entregas más de lo deseado. Además, contaba con grandes innovaciones, como un arco de seguridad que se desplegada automáticamente en menos de 0,3 segundos en caso de accidente o una capota de lona de accionamiento electrohidráulico que se veía complementada con un techo rígido desmontable de aleación de aluminio que pesaba menos de 35 kg.
Como buen buque insignia de Mercedes, estaba cargado de tecnología, desde airbags frontales para conductor y acompañante, ABS y control de tracción, control de crucero, climatizador automático, asientos eléctricos calefactables con memorias y un largo etcétera.
En lo que respecta al apartado dinámico, no se trataba de un coche de sensaciones, sino que estaba concebido para realizar largos viajes a toda velocidad o tranquilos paseos en una carretera costera. No obstante, su carrocería tenía una gran rigidez torsional, de las mejores para un descapotable, un 30 % más que la generación precedente y en el mismo orden que las demás berlinas de la firma de la estrella. Asimismo, también era posible equiparlo con una suspensión activa opcional, regulable en función de la carga del coche, el estilo de conducción y el estado del firme.
SL 500 y SL 73 AMG, las dos motorizaciones más características
El SL contó con una amplia gama de motorizaciones a lo largo de sus doce años de comercialización, de 1989 a 2001, y más de 213.000 unidades vendidas. Todas ellas con tracción trasera, y según versión, con un cambio manual de cinco relaciones o un automático de 4 ó 5.
Así pues, las versiones básicas estaban integradas por motores de seis cilindros, en un primer momento en línea, y después en uve, con la posibilidad de contar con el citado cambio manual. De ellas destacaría especialmente el 300 SL-24, un tres litros de 231 CV y 272 Nm capaz de alcanzar una velocidad máxima de 240 Km/h y hacer el 0 a 100 km/h en sólo 8,4 segundos.
Sin embargo, el más icónico y buscado por su equilibrio y todo lo que representa, además de tener una cotización asumible para cualquier persona de ingresos medios, es el SL 500, un V8 de 5 litros. Los primeros 500, de 32 válvulas, rendían una potencia máxima de 320 CV estando asociados a un cambio automático de 4 relaciones, aunque más tarde, con el objetivo de cumplir la Euro 3, pasarían a contar con 3 válvulas por cilindro y bajar la potencia hasta los 306 CV, a cambio de añadir una caja automática de 5 relaciones, consiguiendo así un mejor consumo que lo hace más recomendable si te está planteando su compra.
Finalmente, no podíamos obviar el icónico SL 73 AMG del que sólo se fabricaron 85 unidades entre 1998 y 2001 de la mano de la gente de Affalterbach. Bajo el capó encierra un V12 de 7,3 litros de cilindrada que rinde 525 CV y 750 Nm, y que a pesar de sus más de dos toneladas de peso, es capaz de registrar unos aún impresionantes, de 4,8 segundos en el 0 a 100 km/h junto a una velocidad máxima limitada electrónicamente de 250 km/h. Aunque quizá lo más especial de este coche es que comparte el mismo motor que el Pagani Zonda: ahí es nada.