Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Y la imagen que ilustra esta entrada, definitivamente, es más ilustrativa que todo lo que os podamos contar en este artículo. Esto tampoco pretendía ser un acertijo, en tanto creemos es bastante sencillo adivinar de qué deportivo se trata. Sino el recuerdo de uno de los deportivos más interesantes de Mercedes-Benz en las dos últimas décadas, aunque tal vez la historia no le haya tratado demasiado bien; de un motor aún más espectacular, que en los tiempos del turbo echaremos sin duda de menos; y de muchos datos interesantes que merece la pena recordar.
Durante muchos años, Mercedes-Benz había estado valorando la idea de lanzar un superdeportivo. No solo eso. El hecho de que en 1999 se presentara el prototipo Vision SLR, rememorando unas de las siglas más famosas de la marca, ya era toda una declaración de intenciones. En aquellos años, Mercedes-Benz podría haber recurrido a diferentes opciones. Pero finalmente escogió uno de los mejores motores que por aquellos años tenía a su disposición, y de cuantos hayan vestido las siglas AMG.
Mercedes apostó por el bloque V8 de 5.439 cm3 desde la presentación de su primer prototipo. Y lo dotó de compresor e intercooler, para alcanzar 557 CV de potencia que en la versión de producción llegarían a ser 626 CV y hasta 650 CV en el caso de la edición 722 y en el exótico Mercedes SLR Stirling Moss. Pero este motor aún escondía sorpresas más importantes.
Siendo McLaren un socio de Mercedes-Benz y emulando su relación en la Fórmula 1, donde la escudería McLaren equipaba motores Mercedes, la decisión de apostar por un deportivo desarrollado conjuntamente con McLaren y su experiencia en el trabajo con la fibra de carbono, producción en Woking, y motor Mercedes-Benz, era bastante lógica. Así las cosas, la producción del Mercedes SLR McLaren comenzaría en Woking en 2003.
Tal fue la obsesión de Mercedes-Benz y McLaren por crear un deportivo realmente ágil, que en su apuesta por situar el motor en una posición central, por detrás del eje trasero, lo alejarían un metro por detrás del extremo frontal, y medio metro por detrás del eje delantero, con respecto a la posición que inicialmente ocupaba en el prototipo de 1999. De manera que su enorme frontal, y la posición retrasada de la cabina serían una consecuencia más de su filosofía.
Aquel deportivo aún tendría reservadas otras sorpresas interesantes y otros detalles muy característicos que hoy en día nos siguen enamorando, como su alerón trasero activo – capaz de funcionar como aerofreno inclinándose 65º en frenadas contundentes – o sus salidas de escape tras los pasos de rueda delanteros, que junto con las branquias sin duda eran una reminiscencia de aquellos antiguos SLR de carreras, de las famosas flechas de plata.
Pero el Mercedes SLR McLaren no llegaría a convertirse en ese superdeportivo de halo que esperaban McLaren y Mercedes-Benz. Y ni tan siquiera conseguiría aproximarse – se quedaría por debajo de la mitad – a las 3.500 unidades que planificaron producir. Tal vez aquel deportivo, pese a su espectacularidad, hubiera sido un adelantado a su a tiempo, incapaz de competir por un lado con deportivos de altos vuelos y motor central – pero por detrás de la cabina. E incapaz de competir con los grandes turismos de aquellos años, los de Italia, y los británicos.
En la fotografía superior, el Mercedes SLS AMG
Y es por eso que Mercedes-Benz aún tendría mucho que hacer para revisar la filosofía de su deportivo y crear un nuevo deportivo que, no exento de polémica, cualquiera querría tener en su garaje, el Mercedes SLS AMG. Un deportivo al que, en tanto obra de arte, nada le podríamos reprochar, puesto que sería como decirle a Leonardo da Vinci que los trazos de La Gioconda son demasiado gruesos.
En la fotografía superior, el Mercedes-AMG GT
Y aprendiendo de los errores, una vez más, Mercedes-Benz – ahora Mercedes-AMG – acabaría creando una bestia que, sin el halo de superdeportivo que buscaron tanto el SLR McLaren, como el SLS AMG, sí podríamos definir como un deportivo puro, y con todas las letras, el Mercedes-AMG GT.
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