Normalmente usamos las carreteras bien para desplazarnos por estricta necesidad, bien para disfrutar conduciendo tomando curvas a diestra y a siniestra. Hasta ahí nada nuevo. Pocos serán los que disfruten yéndose a circular por un camino escarpado lleno de obstáculos, piedras enormes, donde no caben dos vehículos en paralelo, el arcén brille por su ausencia y, importante en caso de emergencia, esté remotamente alejado de cualquier atisbo de civilización. Menos aún serán los que, además, busquen una carretera que en vez de arcenes tenga en su lugar una ventana al abismo en forma de precipicios y barrancos por los que si caes probablemente no vuelvas a conducir nunca más.
En una orografía que tiene grandes llanuras y muchas zonas montañosas, nuestro país está lleno de carreteras de todo tipo que, aunque aún tienen muchísimo margen de mejora, gozan en general de una calidad decente. De hecho, y a pesar del deterioro y la falta de inversión para la mejora de la misma, la red de carreteras española está entre las diez más seguras del mundo según la Organización Mundial de la Salud, con un ratio de 3,7 muertes por cada 100.000 habitantes. Tenemos incluso algunas de las mejores del mundo para disfrutar conduciendo, lo que nos deja en un lugar ciertamente privilegiado respecto a muchos otros países.
Aunque no hay que dejar de luchar para tener las mejores carreteras posibles en nuestro país, al ponernos en perspectiva con otros lugares del mundo no podemos dejar de valorar lo que tenemos. Un ejemplo es la India, y más concretamente las carreteras que recorren la impresionante cordillera del Himalaya. A las vías que hay en esa zona quizá les quede grande la denominación de ‘carreteras’ en todo su significado, y si no estáis de acuerdo conmigo, juzgad vosotros mismos después de ver el vídeo que traemos aquí, en el que varias personas con descomunal coraje y valentía circulan por una de las carreteras más peligrosas del mundo.
Lo hacen en un Dacia Duster -aunque en India se vende bajo la marca Renault-, en un viaje de 1350 kilómetros y cinco días de duración por el norte de la India en plena cordillera del Himalaya. La belleza del paisaje es directamente proporcional a la peligrosidad de la carretera, en la que un pequeño error de cálculo puede acabar en el peor de los resultados barranco abajo. Además, por si el vértigo de altura que pueden provocar los precipicios fuese poco, hay zonas en las que no caben dos coches en paralelo; en otros puntos, como se puede ver en algún momento del vídeo, sí que caben dos vehículos pero seguro que incluso el menos creyente rezaría todo lo que supiera para no cruzarse con nadie en sentido contrario. Por supuesto, las condiciones del camino son las más salvajes y abruptas posibles (propias de un terreno donde realizar una carretera con su correspondiente pavimento es utópico), aquello del ‘estado de conservación’ aquí no se entiende y, en algunos puntos, la naturaleza y los fenómenos climatológicos juegan en contra para hacer aún más complicada la travesía.
Sin duda, este viaje es un ejercicio de valentía no apto para muchos. Y es que, a mí me ha pasado, sólo con ver el vídeo y lo cerca del abismo que se quedan a veces las ruedas se te ponen los pelos de punta. ¿Quién dijo aventura?
Vía Road & Track
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