En estos días se han cumplido 20 años desde aquel Salón de París del año 2000 en el que BMW presentó un modelo que vendría a revolucionar el segmento de los urbanos, el MINI, y que dio lugar a una nueva categoría de utilitarios premium, con soluciones técnicas y de equipamiento propias de segmentos superiores, más orientado al diseño y la conducción que a la practicidad y el confort.
BMW y Rover: dos visiones diferentes del MINI
La compra de Rover por parte de BMW fue una de las peores decisiones de la firma alemana, pero que a la postre significó el relanzamiento de un nuevo MINI llevado al siglo XXI, el cual ha levantado pasiones y creado una gran ola de seguidores inesperada que ha llenado lar arcas de BMW para que poco o nada se recuerde de aquellos oscuros años de finales de los 90 en cuanto a decisiones estratégicas se refiere.
MINI MINI
Así pues, el proyecto del nuevo MINI empezó a fraguarse en julio de 1994, avanzando en dos propuestas de forma paralela. Una capitaneada por la gente de Rover, con una concepción fiel al espíritu original de ofrecer el máximo espacio interior con el mínimo tamaño, para lo que se recurría a un diseño típicamente monovulumen con cinco puertas y motor trasero. Sin embargo, se alzaría con la victoria la dirigida por Frank Stephenson (BMW), la cual primaba un diseño inspirado en el MINI original en detrimento de esa practicidad.
De esta forma nacía el MINI que todos conocemos, de diseño retro, con sus dos faros circulares, parrilla hexagonal, cortos voladizos y otros detalles como el gran velocímetro en el centro del salpicadero, recurriendo a un interior con cuidados y originales detalles como unos interruptores de inspiración aeronáutica y una magnífica posición de conducción trasladada desde el Serie 3 de BMW, lo cual garantizaba unas relativas amplias plazas delanteras en detrimento de una minúscula fila posterior y maletero de sólo 150 litros.
Conducción e imagen por encima de todo
Sin embargo, el MINI se caracterizaría por ser el primer urbano premium, con posibilidad de equipar elementos nunca antes vistos en su categoría (faros de xenón, asientos calefactables…) así como por su extensísimo catálogo de opciones y personalización. A todo ello se sumaba una dinámica de conducción muy deportiva, ese go kart feeling de la marca, propiciado por una plataforma de tracción delantera desarrollada por BMW en exclusiva para él y que contaba con suspensión delantera MacPherson, un eje trasero multibrazo y frenos de disco en las cuatro ruedas. Recordemos que por aquel entonces compactos como el Golf no usaban un eje trasero independiente.
En primer lugar se comercializaron los MINI One y MINI Cooper con un 1.6 litros atmosférico de gasolina en potencias de 90 CV y 115 CV de origen Chrysler producido en Brasil y que eran enviados a la planta de BMW en Oxford donde se fabricaba, y se sigue fabricando, el pequeño urbano británico. El éxito fue rotundo, obligando a incorporar un turno de producción durante el fin de semana, uniéndose a esas dos versiones el MINI Cooper S de 163 CV gracias a la sobrealimentación proporcionada por un compresor volumétrico, ofreciéndose la famosa preparación John Cooper Works de forma opcional, y que por aquel entonces no era una variante más, sino que se montaba en las propias concesiones.
Desde esos inicios hace 20 años el MINI ha ido evolucionando cada vez, haciéndose más maduro y menos MINI, con carrocerías de 5 puertas, SUV con el Countryman, familliar con el Clubman, SUV Copué con el Paceman y hasta roadster, y también perdiendo un poco de su esencia original que quizá algún día vuelva a reencarnar un nuevo MINI, más mini.