Más de 20 años después de su lanzamiento oficial, el MINI desarrollado por BMW ha escrito su historia de éxito con letras doradas: millones y millones de unidades despachadas en todo el mundo, con tres generaciones convertidas en superventas y una cuarta que, si bien no llegará a las calles hasta bien entrado el próximo año, ya apunta maneras. Icono de diseño y también de diversión al volante, el MINI también llegó a coquetear con el hidrógeno hace muchos, muchos años…
La primera generación del MINI «moderno» tal y como lo conocemos hoy en día (códigos internos R50 y R53) llegó en 2001, una época en la que su casa matriz, BMW, apostaba de manera muy intensa por el hidrógeno como combustible del futuro, como combustible alternativo a los carburantes tradicionales. En la actualidad BMW sigue apostando en cierta medida por el hidrógeno, aunque es cierto que ha enfocado su movilidad de manera más certera hacia la electrificación.
MINI MINI
En plena vorágine del hidrógeno (no del hidrógeno verde como últimamente estamos viendo de manera recurrente en la industria del automóvil) BMW decidió incorporar la tecnología que había desarrollado en otros modelos como el BMW Serie 7 Hydrogen también al benjamín, al MINI, intentando demostrar que la movilidad más limpia era perfectamente compatible con la diversión al volante en formato compacto.
El MINI que utilizaba hidrógeno para moverse
Así es como, en el Salón del Automóvil de Frankfurt de 2001, BMW presentó el MINI Cooper Hydrogen Concept, un prototipo que, con la apariencia de un MINI completamente convencional, escondía en su interior un sistema de impulsión adaptado para utilizar hidrógeno en lugar de gasolina. No hablamos de un coche de hidrógeno como los que hoy se venden, sino como los que algunas marcas se han atrevido a explorar en los últimos meses (es el caso de Toyota, por ejemplo, con sus coches de competición impulsados con hidrógeno).
Con ligeras evoluciones respecto al sistema de hidrógeno que utilizaba por aquel entonces BMW, este MINI equipaba un motor atmosférico de cuatro cilindros y 1.6 litros de cubicaje (el mismo que usaba por aquel entonces los MINI One y MINI Cooper) adaptado para que en su combustión se utilizase hidrógeno y no gasolina. Eso sí, usaba un sistema de inyección más avanzado para mejorar la eficiencia de la combustión final. En el interior, la modificación más importante era la desaparición de las plazas traseras para permitir la instalación de los tanques de almacenamiento de hidrógeno.
Las cifras de rendimiento y prestaciones eran similares a las de un MINI Cooper tradicional que rondaba los 120 CV, pero con un potencial contaminante mucho menor, según BMW.
El futuro del MINI también dice adiós a la gasolina
Resulta paradójico que estemos hablando de este MINI que renunciaba a la gasolina cuando la próxima generación del MINI también vaya a despedirse de los motores térmicos, aunque en este caso para usar un sistema de impulsión eléctrico. El próximo MINI ha comenzado ya a desvelarse, y contará con el sistema eléctrico más avanzado de cuantos haya utilizado el MINI en su historia.
De hecho, actualmente el MINI ya cuenta con una versión eléctrica (el MINI Cooper SE) que hereda el sistema de impulsión del BMW i3 con un motor de 184 CV y una batería de algo más de 28 kWh de capacidad útil, aunque se espera que la nueva generación mejore sobre todo las cifras de autonomía, ya que el actual MINI eléctrico apenas supera los 200 km en conducción real.