El coche que tienes en pantalla está a la venta en Hong Kong, por el equivalente a unos 18.500 euros. En apariencia, es una anodina berlina japonesa de mediados de los años 90. A juzgar por las imágenes, su acabado es más bien básico, siquiera tiene llantas de aleación y le han instalado un atípico spoiler en el portón del maletero. Tiene 21 años a sus espaldas. ¿A alguien en su sano juicio se le ocurriría pagar ese dinero por este electrodoméstico? Si supieran que es un mito rodante, no lo dudarían ni un instante.
Es un exclusivo y escasísimo Mitsubishi Lancer Evolution II RS. Uno de los Lancer Evolution menos comunes. La producción de la segunda generación de los Mitsubishi Lancer Evolution arrancó en diciembre de 1993, pero las versiones RS se produjeron únicamente entre julio de 1994 y enero de 1995. La producción de los Evolution II alcanzó las 5.000 unidades, con el objetivo de que Mitsubishi lo pudiera homologar para su participación en el World Rally Championship – ganarían su primer rally en Suecia, en 1995.
La mayor parte de unidades producidas fueron las GSR, con sólo un puñado de unidades «RS» destinadas al purista mercado japonés. Bajo su capó late el mítico motor 4G63, sobrealimentado por un turbocompresor de generosas dimensiones. Este dos litros mandaba a las cuatro ruedas del coche la friolera de 256 CV, la misma que los Evolution II GSR. Podría no parecer una gran potencia, pero hemos de tener en cuenta que las versiones RS del Mitsubishi Lancer Evolution II habían sufrido una estricta dieta de adelgazamiento.
Eran unidades pensadas desde fábrica para su conversión a coche de competición. Espartanas, sin apenas equipamiento, carentes de asientos eléctricos, elevalunas eléctricos o limpiaparabrisas traseros. Tampoco tenían sistema ABS o climatizador. Sus llantas de chapa y su pintura sólida confundían a los profanos: su chasis era un 30% más rígido que el de los Evolution II GSR y montaban en su eje trasero un autoblocante mecánico, en vez de un acoplamiento viscoso. Su puesta a punto era abiertamente radical. Era un coche listo para irse de tramo.
La unidad a la venta en Hong Kong tiene sólamente tiene 75.000 km en su odómetro, y sólo ha tenido un dueño en Japón, de donde este coche es originario. Su dueño no lo modificó de ninguna manera, y además lo mantuvo de forma pulcra en un servicio oficial de Mitsubishi, de donde conserva todos sus registros. Es una unidad envidiable, en cuyo estado apenas quedarán un puñado en todo el mundo. Por poco más de lo que cuesta un compacto con motor diésel, podrás llevarte a casa un mito del mundo de los rallyes en un estado envidiable.
Aunque tendrás que ingeniártelas para traerlo desde Hong Kong. El vendedor afirma que posee un certificado válido de exportación, por lo que no debería ser demasiado problemático.
Fuente: Carscoops
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