En verdad, la industria automovilística es muy conservadora. Los accionistas y las cuentas de beneficios mandan más que nunca. Lejos quedan coches arriesgados y proyectos pocos rentables. Hoy en día, los departamentos de marketing y las investigaciones de mercado son las que dictan qué coches lanzar. La mercadotecnia no ha metido los SUV hasta en la sopa y también decide sobre el aspecto físico de los coches. La inercia conservadora de la industria hace que sea víctima de modas de diseño.
“Si todos los competidores lanzan coches con interiores en negro piano, ¿por qué no estamos haciéndolo?”, dirán en las altas esferas de las marcas. Y es entonces cuando se perpetúan modas de diseño absolutamente inútiles, como las que os vamos a explicar en este vídeo.
Abuso del “negro piano”
El material más odiado en el equipo de Diariomotor. Su objetivo inicial era imitar la madera lacada en negro satinado de un precioso piano de cola. Sin embargo, a la hora de la verdad, es una simple moldura de plástico duro de acabado brillante. Cuando el coche sale del concesionario tiene un aspecto fantástico y da al interior un aspecto moderno, de alta tecnología. Sin embargo, su principal inconveniente es que se ensucia muy fácilmente. En apenas unos días se llenará de polvo, de huellas de dedos, y microarañazos.
Hemos probado coches con apenas semanas y unos cientos de kilómetros en su odómetro en los que el negro piano presentaba un aspecto desmejorado. El verdadero problema del negro piano no es el material en sí, es que muchos coches lo montan en superficies que se van a tocar habitualmente, como son las consolas centrales o ciertas partes del salpicadero. Si tu coche tiene mucho negro piano, una gamuza de microfibra será tu mejor amiga.
Un interior “todo pantallas”
De unos años a esta parte, las pantallas han pasado a ocupar un rol fundamental en los coches. Han aumentado sus funciones, su resolución, su conectividad… y también su tamaño. El verdadero shock es que hemos pasado de pequeñas pantallas, a interiores donde todo son pantallas de enormes dimensiones en apenas una década. Aunque las pantallas ofrecen una tremenda riqueza de información, también son una gran fuente de distracciones. Especialmente si en ellas se integran funciones que antes se llevaban a cabo mediante mandos físicos, como es el caso de la climatización o el control del volumen.
Llantas de tamaño excesivo
Hace no tanto tiempo un coche con llantas de 15 o 16 pulgadas era un coche de aspiraciones deportivas y un tren de rodaje preparado para un uso exigente. Hoy en día, las llantas son parte integral del impacto visual de un coche. El crecimiento de los coches y el auge de los SUV ha provocado que el tamaño de las llantas se haya disparado en los últimos años. No resulta extraño ver un SUV urbano con llantas de 19 pulgadas, y ya no nos llama la atención que un todocamino de gran tamaño tenga llantas de 20 o más pulgadas.
Siempre hay casos extremos: el Volvo XC40 puede llevar llantas de 21 pulgadas, el Rolls-Royce Cullinan lleva llantas de 24 pulgadas y los diseñadores de coches apuntan hacia un futuro donde las llantas podrían llegar a las 26 pulgadas en crossover eléctricos de producción. De lo que nadie habla, desgraciadamente, es del coste que tiene reemplazar sus neumáticos de perfil bajo, y de la comodidad que perdemos al disminuir el “balón” de estas gomas.
Tubos de escape falsos
Otra de las lacras del momento que vivimos en la industria del automóvil son los artificios a los que se juega con los tubos de escape. Los filtros de partículas ya están presentes en los motores de gasolina y han anulado su sonido. Además, por emisiones, resulta más conveniente que los tubos de escape apunten al suelo. El resultado de todo esto son molduras de plástico que imitan la forma de un tubo de escape, tubos aparentemente reales cegados con tapas de plástico y otros artificios similares. Y pensar que hace años poníamos el grito en el cielo cuando descubríamos un tubo de escape con un embellecedor decorativo cromado.
Parrillas gigantescas
¿Pensábais que no íbamos a sacar al BMW X7 en este vídeo? El problema de las calandras gigantescas no lo tiene solo el BMW X7, son cada vez más comunes en vehículos de todo tipo. Curiosamente, han nacido en vehículos cuyas ventas se concentran en mercados como China o Estados Unidos, pero la globalización ha hecho que esta moda de diseño – que en mi opinión, solo va de aparentar – se extienda como un virus por todo el mundo. Estas calandras cumplen simplemente una función estética, ya que las tomas de aire por las que el motor se refrigera y respira son, en comparación, minúsculas.
Las calandras XXL no solo las encontramos en el BMW X7 o los nuevos BMW Serie 7, también están en casi todas las pick-up americanas, los Hyundai Santa Fe, Genesis G80 o Lexus NX, por poner unos pocos ejemplos.
Un diseño enfadado
Los coches modernos tienen un diseño agresivo y enfadado. Especialmente si hablamos de todocaminos. Un diseño cuajado de aristas, con mucha chapa, poca superficie acristalada y mucha moldura de plástico. Estos diseños, de alguna forma, hackean nuestra mente, y nos hacen creer que dentro de esa máquina tan intimidante vamos a estar más seguros y protegidos.
Recuerdo una presentación de Mercedes en la que pude charlar con un diseñador de la marca. Me decía que en su opinión, el diseño de los coches refleja el estado de ánimo de la sociedad. La actual sociedad, tristemente crispada, enfadada y muy polarizada, parece confirmar esta teoría: es un fiel reflejo del diseño de ciertos vehículos. ¿Quieres un coche simpático y amable? Más allá de un Suzuki Jimny o un Mazda MX-5… te va a costar encontrarlo.