Pocas veces se ha visto un motor capaz de doblegar, literalmente, al resto de sus competidores. Sí, se ha visto en Fórmula 1 con el dominio de Mercedes en la era híbrida entre 2014 y 2020, pero había momentos en los que sus rivales se acercaban. Pero hubo una carrera donde un motor Mercedes pasó por encima a todos sus rivales, ganando en la única carrera en la que participó. Esta es la historia de ‘La Bestia’ de las 500 Millas de Indianápolis de 1994.
Indy 500, una carrera diferente…con un vacío legal
En aquellos años, la Indy 500 no sólo era una carrera diferente del resto de la IndyCar (antes de la división IRL/CART), también lo era en el sentido de la normativa, acogiéndose al de la USAC (United States Auto Club), lo que permitía aprovechar varios vacíos legales. En teoría, permitía hacer un motor específico para la gran carrera, pero esto conllevaría un esfuerzo titánico que no muchos equipos privados podían permitirse. A menos que ese equipo sea el gigante de Penske (actual ‘dueña’ de la IndyCar) y se alíe con nada menos que Ilmor, quienes llevaban los programas de motores Mercedes en Fórmula 1 en aquellos años.
Durante la temporada regular los motores debían ser árboles ubicados en la culata y cuatro válvulas por cilindro, pero para la Indy 500 era posible utilizar un motor de varillas con dos válvulas por cilindro, una tecnología que sólo se veía en la NASCAR por aquel entonces. Esto permitía que, en vez de motores de 2,65 litros y 1,52 bares de presión del turbo, se pudiera utilizar un motor de hasta 3,4 litros de capacidad y una presión del turbo de 1,86 bares. Un efecto secundario de una normativa pensada para atraer pequeños fabricantes por parte de la USAC.
Se trataba de un proyecto secreto incluso dentro de Penske, desarrollado junto a Ilmor en apenas diez meses. Para febrero de 1994 se probó por primera vez en el óvalo de Nazareth. Ilmor prometió un mínimo de 940 CV, pero la potencia acabó siendo de 1.024 CV, superando en unos 150-200 CV a la competencia. Al principio aparecieron problemas de fiabilidad con los bulones de los pistones, pero eso se debía a que se probó en temperaturas gélidas, lo que provocaba una mayor presión en el cilindro. Para la Indy 500, en cambio, la situación sería distinta.
Este V8 3,4 turboalimentado, acoplado a una caja de cambios de seis velocidades en posición longitudinal, tenía un tamaño similar al motor utilizado durante el resto del año, de manera que se podía utilizar la misma transmisión. Un motor hecho en secreto en el que Mercedes se inmiscuyó al final de su desarrollo, pagando para que fuese nombrado Mercedes 500I y así, de la nada, fue como se mostró al público justo antes de que empezaran los test para las 500 Millas. El Penske PC-23 mostraba un capó más elevado con respecto a lo habitual para albergar este monstruoso motor de más de 1.000 CV.
Los Penske superaban los 400 kilómetros por hora, siendo inalcanzables en carrera
Una zona gris de la normativa que suponía una ventaja bestial: mientras otros coches tenían una punta cercana a las 238 millas por hora, unos 380 kilómetros por hora, los Penske de Emmerson Fittipaldi, Al Unser Jr y Paul Tracy rodaban a 255 millas por hora, unos 408 kilómetros por hora. Una ventaja brutal con respecto al resto de participantes, siendo los protagonistas de todo el mes. Unser Jr lograría la pole por delante de Raul Boesel, que colaba su Lola-Cosworth por delante de Fittipaldi y los Reynard de Michael Andretti y Lyn St. James, seguidos del vigente campeón: el también campeón mundial de Fórmula 1 Nigel Mansell. Tracy, tras un accidente en los entrenamientos, saldría al final de la parrilla.
En carrera, las dos balas con decoración de Marlboro se escaparon del pelotón ipso facto, con Tracy tratando de remontar posiciones hasta que en la vuelta 92 se vio obligado a abandonar por problemas del turbo. Sería la última Indy 500 del legendario Mario Andretti, abandonando pronto por problemas de ignición, mientras que Mansell abandonó por un accidente y Boesel quedaría también fuera de carrera. En las fases finales de la carrera otra leyenda, Arie Luyendyk, abandonaba por problemas de motor en el Ilmor ‘normal’.
Todo parecía indicar que Fittipaldi se llevaría la victoria tras tener problemas Unser en una parada, pero a quince vueltas del final el brasileño cometió un error y se fue contra el muro, dejando a Unser como el único Penske. El americano no falló y dobló a todo el mundo menos a un jovencísimo y debutante Jacques Villeneuve, que fue segundo tras el ganador impulsado por ‘La Bestia’. Había dudas sobre si tendría gasolina para llegar al final, pero el accidente de Stan Fox a cuatro vueltas del final disipó esas dudas. Otro veterano, Bobby Rahal, lograría el tercer puesto con el Penske del año anterior.
Como era de esperar, el motor Mercedes 500I fue prohibido para el año siguiente (en varias idas y venidas políticas que llevaron a la escisión IRL/CART), de modo que logró triunfar en su única participación en carrera. Penske no sólo ganó la Indy 500, sino que Unser, Fittipaldi y Tracy se quedaron con las tres primeras posiciones del campeonato en una temporada dominante para Penske. Ilmor seguiría después con la alianza con Mercedes, acompañándoles en la Fórmula 1.