Hará unos 20 años, Jeremy Clarkson afirmó que nunca más veríamos bólidos como el Bugatti Veyron. Que era el Concorde de los coches, único en su especie y destinado a ser algo irrepetible, decía. 20 años después, el Concorde con ruedas ha dado lugar al Chiron, este a otros Bugatti especiales y ahora estamos ante el Tourbillon, con un maravilloso V16 atmosférico electrificado. Es decir, la respuesta al futuro está en un motor que no veíamos desde 1938.
El Cadillac Series 90 era hasta ahora el último V16 de producción, sin contar los prototipos Cadillac Sixteen o Rolls-Royce 100EX
Y es que este motor representa el avance hacia el futuro rompiendo todas las tendencias. No al downsizing, no al uso de turbos, no al uso del hidrógeno. Es un motor atmosférico, de los de toda la vida, llevado a la máxima expresión con sus 16 cilindros en una bancada a 90 grados. Un V16 8,3 es la respuesta de Bugatti, ayudado por tres motores eléctricos – dos que impulsan al eje delantero y uno al eje trasero, ayudando a ese enorme motor.
No hay que olvidar que hablamos de un motor longitudinal con un árbol de levas que mide un metro de largo, algo increíble en un momento donde predominan motores pequeños de tres cilindros. Aún así, se trata de un motor más ligero que el W16 con cuatro turbos al que reemplaza: pesa unos 252 kilogramos, 184 menos que el propulsor anterior. El Tourbillon ronda el peso de su antecesor, el Chiron, unos 1.995 kilogramos en vacío.
El hecho de que Cosworth haya desarrollado este monstruoso motor no es casualidad, pues Mate Rimac quiso contar con ellos tras ver los Aston Martin Valkyrie y GMA T50, ambos con motores V12…pero Rimac quería más. De ahí ese V16 de 1.000 CV y 900 Nm que, acoplados a los tres motores, entrega unos 1.800 CV. Este motor propulsará al Tourbillon hasta los 445 kilómetros por hora de una manera mucho más eficiente que el W16 de cuatro turbos que será retirado una vez se termine la producción del Mistral.
De este modo, Cosworth vuelve a lograr otra obra de arte atmosférica al mismo tiempo que demuestra que también puede crear motores híbridos de grandes prestaciones. Bugatti toma una idea similar a la de Porsche con su nuevo 911 Carrera GTS híbrido, pero llevándola más al extremo, prescindiendo de turbos – Porsche pasó de dos a un solo turbocompresor, con un motor eléctrico implementado en el mismo.
Un motor que pudo no haber existido jamás
Un motor que utiliza aleaciones de aluminio, fibra de carbono y titanio en su construcción y que existe por la obcecación del propio Rimac. Si hubiera sido por el Grupo Volkswagen, el sucesor del Chiron hubiera sido un coche eléctrico en lugar de este singular motor atmosférico híbrido. Pero Rimac sabía que no sólo no era el camino, sino que eso no iba a funcionar.
Y es que, pese a las excepcionales prestaciones de su gran hiperdeportivo eléctrico, el Nevera, todavía no se han terminado de vender todas las unidades. La sed por el coche definitivo eléctrico no es tal como se pensaba años atrás, sino que los clientes de este tipo quieren un elemento verdaderamente diferenciador. Y, con la electrificación más cerca del pueblo, un V16 como no se veía desde hace casi 90 años es sin duda el elemento diferenciador. Por tanto… ¿decías, Jeremy?