Para poder alcanzar los objetivos de la Unión Europea en 2035 de acabar con las emisiones de CO2 en la carretera, sigue habiendo muchos retos por delante – de entrada, el de los precios en los coches actuales, tanto los de combustión como los eléctricos. Tras lo observado con el fin de las ayudas en países como Francia o Alemania, es evidente que siguen siendo demasiado caros como para que el público los adopte en masa, con la excepción de Noruega o Suecia.
Necesidad de importación
La producción de baterías sigue siendo un problema (aparte de la contaminación resultante del proceso), con Europa produciendo apenas un 10% frente al 76% de China con gigantes como CATL. Esto, junto a la disponibilidad del litio en la naturaleza (el 87% a nivel mundial se obtiene de Australia), hace que Europa se deba a las importaciones de manera obligada, además de una reducción de costes, para poder aumentar las ventas de coches eléctricos, si bien siguen creciendo con respecto a las cifras de años anteriores.
Según la IEA (International Energy Association), el 60% de los eléctricos puros vendidos en China durante 2023 eran más baratos que la media de coches equivalentes de combustión (en China, 2023 fue el primer año sin grandes apoyos del estado a la hora de comprar este tipo de coches, incluyendo los híbridos enchufables) (Fleet Europe). En cambio, en Europa la media del precio de los vehículos eléctricos está entre un 10% y un 50% por encima del de los modelos de combustión tradicional.
La disparidad en lo que respecta a la red de infraestructuras de carga en Europa también es un problema. El 70% de los puntos de recarga se focalizan en Países Bajos, Francia y Alemania, mientras que en el resto de países puede ser un problema encontrar electrolineras – lo que llevan a casos de embotellamientos como el que se hizo viral en Semana Santa o que en el momento en que uno no esté operativo pueda dar lugar a problemas.
Teniendo en cuenta estos factores, sobre todo el del precio, muchos clientes recurren de nuevo a los modelos de combustión tradicional a la hora de renovar montura. Ahora bien, pese a todos los avances para reducir consumos y emisiones de CO2, un estudio reciente de la ECA (European Court of Auditors) muestra que, en condiciones reales, las emisiones están a niveles similares a los de hace 12 años. En el caso de los híbridos, en condiciones reales las emisiones son un 250% mayor que las condiciones de laboratorio que a menudo se utilizan para ofertar los modelos.
Otros factores de peso en contra, literalmente
Tal como se encuentra el estado de la tecnología en materia de combustible sintético, aún queda para que sea comercialmente viable y se produzca en masa, si bien los avances se están haciendo notables, sobre todo en competición. Otro aspecto en contra es el peso, con los coches siendo cada vez más pesados: un aumento general del 10% en los últimos años, lo que implica más potencia para mover los coches…y eso implica mayor consumo y emisiones (ECA).
De modo que, para lograr los objetivos de 2035, es necesario que se reduzca el precio de los vehículos eléctricos. Lo que implica también a la necesidad de importación y la producción de baterías (aparte de las cuestiones de la propia obtención y refinamiento de las materias primas con respecto a las emisiones de CO2). Hasta que todas estas cuestiones y más no estén resueltas, seguimos dependiendo de los motores de combustión tradicional, tanto de los gasolina como de los diésel (pese a que estos han visto bastante reducida su cuota de mercado).