El nuevo Land Rover Defender 2020 se ha hecho esperar, pero ya hemos podido subirnos a uno en movimiento (que no es lo mismo que poder conducirlo). Hemos viajado hasta Gaydon, al centro de desarrollo de Jaguar – Land Rover y hemos hecho un copilotaje con Mike Cross, el ingeniero responsable del proyecto con el que, además, hemos podido charlar y resolver algunas dudas. Ha sido muy divertido, y os adelanto que hemos volado, literalmente, con el nuevo Defender.
Land Rover Defender
La difícil tarea de suceder a un mito
Poco a poco se acerca la hora de probar el nuevo Land Rover Defender, y de su lanzamiento definitivo al mercado. Ya es posible reservarlo, ya hay precios definitivos, pero el coche se encuentra en las últimas fases de pre-producción y de momento no nos dejan conducirlo.
El nuevo Defender se enfrenta a la colosal tarea de suceder a un mito del 4×4 y las primeras impresiones fueron algo contradictorias: por un lado, Land Rover nos prometía una auténtico todoterreno de pies a cabeza, digno sucesor de los míticos 90 y 110, y por otro nos presentaba un vehículo con la apariencia de un SUV de lujo… ¿qué es en realidad?
Teniendo en cuenta que ya existe un familiar de 7 plazas en la gama Land Rover, el Discovery, cuyas capacidades todoterreno están fuera de toda duda, parecía que incluso ambos modelos iban a canibalizarse siendo propuestas tan similares.
En esta presentación exclusiva en Gaydon, vamos a intentar averiguar si estamos ante un SUV de lujo o si se trata de una auténtico 4×4 bien diferenciado de su hermano el Discovery.
Prueba dinámica en asfalto: volando con el nuevo Defender
La demostración de Land Rover comienza en la pista de velocidad de las instalaciones de Gaydon, donde el coche se desenvuelve con gran aplomo, tal como corresponde a un coche de este tamaño y precio. La versión probada es un prototipo ya terminado mecánicamente que corresponde a la versión P400 con motor de 6 cilindros y 400 CV (el más potente).
El Defender gana velocidad con decisión, si bien es apreciable una aerodinámica que juega bastante en su contra tanto por superficie frontal como por coeficiente aerodinámico (Cx 0,40) que es altísimo. Aún así, y a pesar de su enorme masa, el Defender mantiene un control de las inercias notable y da una sensación de seguridad muy elevada.
Antes de entrar en la zona de tierra, Mike nos deleita con un salto sobre asfalto en un cambio de rasante a 140 km/h en el que las 4 ruedas llegan a despegarse del suelo, para demostrar lo suave que puede ser el aterrizaje sobre esta suspensión neumática.
Segunda prueba dinámica: tramo de tierra, a fondo y sin piedad
La segunda parte de la demostración es la más divertida: una especie de tramo de rally sobre tierra mojada, repleto de baches, curvas y algún vadeo profundo. Mike Cross va a todo lo que da el coche, precisamente porque su interés se centra en darnos la mejor impresión de solidez.
La sensación desde dentro, aparte de una experiencia divertida hasta la carcajada en algunos momentos, es de que, efectivamente, el Defender está construido para esto. Es uno de esos coches que no sufren cuando son sometidos a malos tratos, sino que disfrutan contigo de la experiencia.
La principal virtud es la capacidad de la suspensión neumática para absorber cualquier cosa que le pongas por delante manteniendo el control del coche e incluso un confort más que razonable de sus ocupantes mientras «sobrevuelan» el camino destrozado a velocidades a las que nadie en su sano juicio llevaría su propio coche.
Las dudas lógicas: ¿es un SUV de lujo disfrazado de todoterreno?
La impresión es, en todo momento, que el Land Rover Defender es un vehículo construido en una sola pieza, tanto por su estética exterior e interior como por la ausencia de holguras y crujidos ante semejante maltrato. Parece que nunca se va a romper, esa es la verdad, y nos deja con un gran sabor de boca y con la sensación de que es un auténtico 4×4 duro como una roca y alejado del concepto de SUV de lujo.
Esa impresión tan clara y contundente que estoy dando viene dada por dos factores: por un lado la propia experiencia de volar sobre baches, charcos y curvas deslizantes como si el coche fuese indestructible, pero por otro lado también contribuye a esa sensación el acabado interior.
Estamos ante un coche (en este caso es el tope de gama) que ronda los 100.000 € y todo el interior parece lavable con una manguera, incluyendo el durísimo salpicadero. La tornillería a la vista, la solidez de ensamblado, las alfombras de goma «integrales» que protegen todo el suelo y la estética industrial son totalmente convincentes y coherentes con el espíritu del coche, dando la sensación de que se han tomado muy en serio la diferenciación del Defender respecto al resto de la gama como herramienta de trabajo.
Por último, aunque en ningún momento me he puesto al volante para probar personalmente su dinámica, Mike Cross nos explica que el tacto de conducción está específicamente diseñado para ser «analógico», como si todos los componentes fuesen puramente mecánicos, lo que me da muchas esperanzas de cara a las pruebas que tendrán lugar dentro de muy poco tiempo.
Algunas cuestiones técnicas
Las cuestiones abiertas que nos deja el Defender tienen más que ver con su competencia directa en 4×4 que con el vehículo en sí mismo.
La idea de que un todoterreno puro no lleve chasis de largueros, ni ejes rígidos, ni suspensión de muelles, ni triple bloqueo de diferenciales se hace difícil de digerir, cuando el resto del mundo sigue por ese camino cuando se trata de fabricar coches indestructibles: Mercedes Clase G, Jeep Wrangler, Toyota Land Cruiser, precisamente los vehículos escogidos por Land Rover como objetivos a batir según el propio Mike Cross.
En cualquier caso, la decisión que me resulta más difícil de comprender es la ausencia de bloqueo del diferencial delantero, la solución más eficaz para obtener tracción en las condiciones más difíciles y extremas.
En este punto, Land Rover se apunta a la filosofía del Land Cruiser, dejando a la electrónica el papel fundamental a la hora de decidir qué rueda debe ser engranada o frenada para conseguir que el coche avance, en lugar de convertirlo en una oruga mecánica que actúe sin intervención electrónica reaccionando a la adherencia real del suelo.
Conclusiones
El nuevo Land Rover Defender 2020 me ha dejado una impresión casi inmejorable y ha despejado mis dudas (que tenía muchas) sobre su enfoque como 4×4 puro y auténtico. Es cierto que sólo hemos probado un prototipo terminado y que ha sido otra persona la que ha estado al volante, pero el coche me convence como todoterreno por filosofía y sí lo veo suficientemente alejado del enfoque del Discovery o de cualquier SUV de lujo que se le parezca.
Evidentemente, nos falta por saber cómo se comporta al volante y cómo se enfrenta a nuestro circuito 4×4 contra rivales de talla mundial pero eso, me temo, tendrá que esperar aún algunos meses.
