Quienes amamos los coches, normalmente hemos soñado con tener en nuestro garaje un superdeportivo, a veces más por la estética y el puesto de conducción que por las altas prestaciones. Pero los precios y los costes de mantenimiento estratosféricos de esta clase de automóviles nos hace caer pronto de la nube.
Sin embargo, hay un coche relativamente moderno, aunque casi olvidado, que ofrece ese aspecto tan deseado sin renunciar a un consumo contenido, la codiciada etiqueta ECO y un precio de segunda mano asumible con algo de esfuerzo. Hablo del BMW i8, un deportivo híbrido y original que quién sabe si algún día incluso podría revalorizarse.
Además de un laboratorio o un banco de pruebas técnico matriculable, con base en el cual BMW desarrolló otros proyectos, este es un vehículo famoso por su concepción y apariencia futuristas. Aparcar y salir de él a través de sus puertas de tijera o mariposa es una muestra de personalidad.
BMW i8, una rara avis con gran potencia y relativa practicidad a precio de SUV popular
El BMW i8 es un deportivo de 4 plazas (2+2, siendo las traseras practicables por niños pequeños) con un sistema de propulsión híbrido enchufable (PHEV) que fue producido en Leipzig (Alemania) entre 2014 y 2020 con una ligera actualización en 2017 que le concedió ciertas mejoras de potencia y autonomía eléctrica.
Diseñado por Mario Majdandzič, mide 4,69 m de longitud por 1,94 de anchura y 1,29 de altura. Sus proporciones se inspiran en el mítico BMW M1 y su chasis monocasco está construido a base de aluminio y fibra de carbono para lograr un peso inferior a los 1.500 kg, apoyando su eficiencia.
Esta queda redondeada, principalmente, por una aerodinámica muy optimizada, con un coeficiente de penetración de 0,26, un factor de resistencia de 0,56 y una superficie frontal de 2,15 m2. No obstante, su equipo de impulsión también contribuye a un gasto de carburante bajísimo: 2,1 l/100 km según el ciclo WLTP (aproximadamente 7 l reales).
La parte térmica está compuesta por un motor de gasolina tricilíndrico con turbo, 1,5 l de cubicaje y 231 CV (320 Nm). Se instala justo detrás de la cabina, pero ligeramente por delante del eje trasero, en posición central transversal, ayudando a que el reparto de pesos sea el mejor posible.
La parte eléctrica queda representada por un motor eléctrico, en el eje delantero, con 131 CV (250 Nm). Se alimenta gracias a una batería con 7,1 kWh que permite recorrer cerca de 25 km sin emisiones, motivo por el que recibe el distintivo ECO. Se recarga a 2,3 kW en CA. Combinando ambos propulsores, se logra un total de 362 CV (570 Nm).
El i8 es, por lo tanto, un vehículo con tracción integral, lo que, acompañado por una puesta a punto de la suspensión orientada a maximizar la estabilidad (sin renunciar a un buen grado de confort), concede un comportamiento dinámico sobresaliente. La velocidad punta es de 250 km/h y la aceleración de 0 a 100 km/h se realiza en 4,4 s.
Más allá de un habitáculo más espacioso de lo habitual en un deportivo de este tipo o una agradable (pero rápida) transmisión automática con 6 relaciones, este BMW tiene 154 l de maletero (para un par de maletas de cabina de avión) y 42 l de depósito (para una autonomía total de unos 600 km). Es un coche práctico.
Tampoco renuncia a un equipamiento que contaba con lo último en seguridad, confort y multimedia hace una década, además de cuatro discos de freno ventilados con 340 mm de diámetro encerrados por llantas de 20″. Eso sí, el ancho de los neumáticos era de 195 delante y 215 detrás, sacrificando agarre por consumo.
Cuando se vendía nuevo, un cliente había de pagar 140.000 € por él. Ahora se puede comprar por menos de 60.000 € con alrededor de 100.000 km y muy buen estado de conservación en el mercado de ocasión. Eso es lo que pide la misma BMW por un X1 PHEV. ¿Acabará valiendo más?