Los motores a reacción son la norma en la aviación comercial, y también están presentes en aeronaves como helicópteros. Sin embargo, aunque se experimentó durante décadas con la aplicación de las turbinas a reacción a los automóviles, sus emisiones y su elevado consumo de combustible siempre dieron al traste con su uso comercial sobre ruedas. Sin embargo, el Omega 1 de Astron Aerospace quiere cambiar esto: es un motor muy compacto, sobre el papel muy eficiente y con un control de emisiones impecable.
Esta compacta unidad de generación de potencia ha sido desarrollada con la industria aeronáutica en mente, especialmente pensando en aeronaves de pequeño tamaño. Sin embargo, su eficiente control de emisiones, su ligereza y su tamaño, hacen que a ojos de su fabricante, sea perfectamente apto para coches. Y concretamente, como extensor de autonomía para coches eléctricos. Una aproximación similar es la de Mazda, que empleará un nuevo motor rotativo como extensor de autonomía para el Mazda MX-30, solucionando sus problemas de emisiones y consumos.
En esencia, la clave es que el Omega 1 no es un motor a reacción. De hecho, se parece más a un motor rotativo que a un motor a reacción. Unos discos centrales giratorios – dos parejas de rotores con una precámara de combustión en posición central – son los encargados de generar potencia, previa inyección de combustible, y su ignición mediante bujía tras un ciclo de compresión. Funcionan de linealmente, sin sellos en los vértices del rotor – circular, al contrario que un motor rotativo – y sin necesidad de válvulas móviles de admisión o escape.
Sin embargo, cuenta con varias innovaciones muy interesantes. Las dos parejas de rotores giran en sentidos opuestos, eliminando el par de giro del motor, redundando en un funcionamiento suave, equilibrado y sin vibración alguna. Las cámaras de combustión están completamente selladas, y por tanto, el control de emisiones de escape puede ser idéntico al de un motor convencional de pistones. De hecho, el motor cuenta con una EGR integrada en la cámara de combustión, y su escape podría estar asociado a un filtro de partículas sin problema alguno.
Los beneficios de este propulsor son muy claros. En primer lugar, es capaz de girar a regímenes de hasta 25.000 rpm, y una sola unidad es capaz de desarrollar 160 CV de potencia, además de 231 Nm de par motor. Su ralentí es de solo 1.000 rpm, es extremadamente compacto y su peso es de sólamente 15,9 kilos. Son motores modulares, por tanto, pueden conectarse de forma longitudinal, pudiendo duplicar o triplicar la potencia del conjunto de forma muy sencilla. Este motor es casi perfecto, sobre el papel, ¿pero llegará a producirse en masa algún día?
Introducing the Omega 1. A revolutionary engine. from Astron Aerospace on Vimeo.
Por el momento, la empresa que lo produce solo ha creado prototipos técnicos, pero están dispuestos a licenciar la tecnología a otros fabricantes.
Fuente: Astron Aerospace