A estas alturas, nos es relativamente familiar el sistema OnStar. Es el asistente personal y de conectividad de Opel, y entre sus funciones se encuentran las de la respuesta automática en caso de colisión, la conexión a Internet mediante WiFi, la asistencia en caso de robo del vehículo, además de ayuda personal sobre itinerarios o puntos de interés cercanos y la posibilidad de controlar diversos parámetros del coche, como el nivel de combustible o aceite, desde una aplicación en el smartphone.
Gracias a esta aplicación se puede saber incluso dónde aparcaste. Sin embargo, y aunque parece que es un sistema nuevo -innovador podría pensarse- el nombre OnStar lleva ya años en el mercado. Más aún: para llegar a sus orígenes hay que remontarse varias décadas atrás para dar con un invento entonces realmente innovador…
1995: nace OnStar, el primer sistema de comunicación por voz en un coche
OnStar se gestó en el año 1995; sin embargo, no fue hasta la edición de 1996 del Salón del Automóvil de Chicago cuando General Motors presentó de forma oficial su innovador servicio. El gigante de Detroit se unía a las compañías Electronic Data Systems y Hughes Electronics Corporation para dar a luz a OnStar Corporation. Hughes Electronics aportaba sus conocimientos en tecnología de comunicaciones por satélite y electrónica, mientras que EDS se ocupaba mayormente del desarrollo de sistemas, la gestión de la información y las tecnologías de servicio al cliente; General Motors por su parte se encargaría del diseño y la integración de OnStar en los vehículos.
A finales de ese mismo año, pero considerados ya como MY 1997, se incorporaba en los Cadillac DeVille, Seville y Eldorado el que se convertía en el primer sistema manos libres de comunicación de voz incorporado en un automóvil. OnStar utilizaba el sistema de posicionamiento global GPS y las telecomunicaciones por satélite para poner en contacto al conductor del vehículo con los teleoperadores de OnStar.
Algunos años más tarde, ya en 2001, OnStar amplió sus servicios. La entrada en el nuevo siglo trajo consigo un OnStar con la posibilidad de hacer llamadas personales con manos libres, además de poder acceder al correo electrónico, las noticias u otra información sin retirar la mirada de la carretera. Sin embargo, para descubrir los primeros vestigios de OnStar hay que remontarse mucho más atrás en el tiempo…
DAIR: el primer germen de OnStar nació en los años 60
Mucho antes de que las tecnologías de comunicación por satélite, o sin cables en general, fuesen comunes comercialmente, General Motors desarrolló un sistema que incorporó en dos prototipos pasado el primer lustro de los años sesenta. Lo llamó ‘Driver Aid, Information and Routing’, que se puede traducir al español como ‘ayuda, información y asistencia de ruta para el conductor’.
El sistema DAIR se basaba en tarjetas perforadas, las cuales almacenaban el algoritmo de una ruta a base de registrar los pasos de la misma uno a uno mediante la presencia o ausencia de agujeros en posiciones predeterminadas. Antes de emprender el viaje, quien se fuera a poner al volante sólo tenía que solicitar a una central la guía de ruta para su destino; acto seguido recibía la tarjeta perforada con la información de dicha ruta. Unos electroimanes enterrados bajo la calzada, programados para reconocer la intersección más cercana a la que se encontraban, enviarían una señal al coche que posteriormente la consola DAIR cotejaría con la información de la tarjeta perforada e indicaría al conductor mediante una señal luminosa si en la siguiente intersección o salida debía girar a la izquierda, a la derecha o continuar recto.
Pero el sistema DAIR iba aún más allá: mediante una serie de estaciones centrales de retransmisión por radio y repetidores, además de los sensores magnéticos enterrados ya mencionados, se comunicaba todo tipo de información, desde las rutas hasta las condiciones de las carreteras e informes de accidentes o puntos de interés cercanos. En caso de quedarte tirado en la carretera, con un dispositivo DAIR podías solicitar socorro a la policía, bomberos, una ambulancia o a una grúa; pero también podías solicitar ayuda para preguntar, por ejemplo, por el motel más cercano.
El vehículo emitía el mensaje a un repetidor y este, a su vez, enviaba la señal (esta vez por cable) a la central más cercana. La persona al otro lado de la línea, desde la central, respondía a la llamada del conductor ofreciéndole la ayuda que necesitara. Esto era posible gracias a que el coche equipaba una consola con un receptor capaz de comunicarse bidireccionalmente -incluso por voz mediante radiofrecuencia-, además de un codificador y una serie de circuitos lógicos que automatizaban la guía de una ruta determinada.
Por otro lado, un panel en la parte alta del salpicadero indicaba las señales y los límites de velocidad. De aportar esta información se encargarían los imanes soterrados en series de tres. Si, por ejemplo, en una de esas series, dos imanes tenían orientación norte-sur y otro sur-norte, significaba que ahí había una señal de STOP. Había otras cinco codificaciones para enviar información relativa a señales de tráfico, mientras que las otras dos posibles opciones se dejaban para los mensajes de voz e información de rutas.
A pesar de los esfuerzos de los ingenieros de la época por ofrecer las mismas métricas a los conductores que hemos llegado a tener hoy en día, la infraestructura requerida para el funcionamiento del DAIR (estimaban que sería necesario un repetidor cada 5 u 8 kilómetros, dependiendo de la orografía del terreno) y la extensa revisión a la que se deberían haber sometido las carreteras de Estados Unidos, con el gasto que ello supondría, resultó en un proyecto inviable. La implementación de la tecnología DAIR nunca llegó a materializarse, quedando entonces en poco más que un proyecto experimental. Realmente fue el germen de lo que más tarde estaría por venir y conocemos a día de hoy: los sistemas de posicionamiento global (GPS), la comunicación inalámbrica y la asistencia personal a bordo del vehículo. No sólo eso: DAIR fue también el primer vestigio del reconocimiento de señales (aunque trabajase de forma muy distinta a los sistemas actuales).
Hoy en día, más de 50 años después del nacimiento de esta idea (quizá loca en su momento), en Estados Unidos hay más de cinco millones de conversaciones en tiempo real entre clientes y operadores de OnStar cada mes. Una cifra con la que seguro soñarían los visionarios que ingeniaron el sistema DAIR en los años sesenta.
Fuente: General Motors
En Diariomotor: