Esta mañana conocíamos la noticia, la policía alemana estaba registrando las oficinas de Opel. Opel no tardó en reconocer que, efectivamente, se estaban produciendo registros en sus oficinas en Rüsselsheim y Kaiserlautern. La última noticia que tenemos nos llega del propio Ministro de Transporte de Alemania, que habría asegurado que «la llamada a revisión de los vehículos afectados, cerca de 100.000 coches, se llevará a cabo muy pronto«. Mientras tanto, Opel desmiente las acusaciones y minimiza el alcance de la llamada a revisión. Ahora bien, ¿a qué se debe esta llamada a revisión? ¿Existe algún paralelismo con el caso Volkswagen?
Alemania habla de menos de 100.000 diésel llamados a revisión, Opel de menos de 9.200
Según la información publicada ayer mismo por Reuters, los registros de ayer estaría conectados con la revelación que hizo Bild estos días, y que ya apuntó que estaba investigándose el software de 95.000 vehículos, de los modelos Cascada (en España conocido como Opel Cabrio), Insignia – de la anterior generación – y Zafira.
Aunque el Ministro de Transporte habría anunciado que tendrán que ser llamados a revisión cerca de 100.000 vehículos, Opel aseguraba ayer en un comunicado que en Alemania esa cifra se reduciría a 31.200 y que, tras haber realizado una llamada a revisión voluntaria entre febrero de 2017 y abril de 2018, más de 22.000 ya habrían sido revisados. Según Opel, el número de vehículos a revisar sería inferior a 9.200 coches.
La polémica de los sistemas anticontaminación diésel
El funcionamiento anómalo que se detectó y, según defendieron Opel y otras marcas acusadas, entraba en los límites de lo que permitía la ley. En determinadas circunstancias, en condiciones reales, los sistemas anticontaminación no funcionaban. Las marcas defendieron que ese funcionamiento era el correcto, y había sido diseñado de esa forma para proteger el motor, y los propios sistemas anticontaminación de los diésel, que han de trabajar en unas condiciones muy concretas. Pero, evidentemente, esa lógica de funcionamiento también podría aportar una ventaja en las pruebas de homologación, en las que los sistemas anticontaminación sí funcionaban. Y ese fue precisamente el indicio que despertó las sospechas de los investigadores, y que dudaran acerca de un posible fraude.
Las consecuencias de este caso no son, ni mucho menos, comparables con las del caso Volkswagen, ni por el volumen del número de vehículos afectados, ni por la solución que se está planteando. La llamada a revisión de Opel tan solo requeriría de una actualización del software, que se podrá llevar a cabo en los talleres para evitar esa lógica de funcionamiento que, según los investigadores, alteraría las emisiones en condiciones reales. Opel desmentía tajantemente haber dilatado la investigación del caso, o su solución mediante las llamadas a revisión, y asegura que seguirá defendiéndose de la «acusación de usar sistemas de manipulación inadmisibles», dado que sus coches «cumplen con las normativas vigentes».
En cualquier caso, en los próximos días tendremos más datos acerca de este caso.