Hace unos meses Fiat me llevaba hasta la Costa Brava para ponerme por primera vez al volante del Fiat 124 Spider (primer contacto con el Fiat 124 Spider). Tenía unas ganas terribles de probarlo, como os podéis imaginar y es que el Mazda MX-5, con quien comparte chasis es uno de los coches más interesantes de cuantos se pueden comprar ahora mismo a un precio razonable… y claro, mis esperanzas estaban puestas en que el italiano siguiera la estela del japonés abordando los encantos de lo que un buen roadster debe ser desde una nueva perspectiva tanto estética, con esas reminiscencias al Fiat 124 Spider clásico, como mecánica, con su motor turbo. Con el parón veraniego de agosto de por medio Fiat ha puesto en mis manos las llaves de un azulado Fiat 124 Spider y con ellas la oportunidad de conocer aún más a fondo al descapotable italiano para plantearme de nuevo la duda de si lo escogería antes que el Mazda MX-5…
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Su línea ha ido ganando notables puntos según han ido transcurriendo los encuentros, cada vez que me lo he cruzado o he coincidido con algún compañero que lo estaba probando tras aquel encuentro inicial y prueba por el litoral catalán. La adaptación de los rasgos clásicos del modelo original me parecen bien logrados, me gustan sus ópticas, ese capó… aunque reconozco que me gusta más la línea del Mazda MX-5… pero bueno, cuestión de gustos y el encanto clásico del 124 es innegable.
El sol de agosto ha comenzado a bajar, estoy parado en mitad de una de mis carreteras favoritas, uno de nuestros escenarios habituales para sesiones y con el coche en tres cuartos en mitad de la carretera, cámara al hombro, observo sus rasgos después de una tarde que se ha saldado entre subidas y bajadas por este espectacular tramo de montaña. La avanzada caída del sol proyectada en la sombra de la montaña, el fresco propio de la altitud, la idílica vista a nuestra diestra y el envejecido asfalto tornan la experiencia en algo místico y nos recuerdan lo bello del conducir.
Los pocos brillos que se cuelan entre la ensombrecida cara de la montaña resaltan los rasgos del Fiat 124 Spider y como os decía tengo la sensación de que con el paso del tiempo me va gustando más su diseño, dejándose entrever tras ese grisáceo marco delantero un habitáculo que, como estaréis cayendo ya en la cuenta y como muchos sabréis es totalmente compartido con el Mazda MX-5.
De comedidas dimensiones el habitáculo del Fiat 124 Spider pone a nuestra disposición una gran postura de conducción en la que el volante y el cambio se alinean a la perfección con nuestras extremidades al tiempo que la parta baja de nuestra espalda queda bien próxima al suelo. Un buen aspecto, buenos ajustes en líneas generales (aunque hay algún que otro detalle mejorable, como la base del salpicadero) y un sistema multimedia también con sabor a Mazda conforman un interior que, revestido de cuero de buen tacto, también pone a nuestra disposición un sistema de sonido Bose y una instrumentación de corte clásico, sencilla, pero la mar de efectiva.
¿Una pega? Además de encontrarnos con ciertas partes por la parte baja del salpicadero que podrían estar mejor rematadas, que también nos encontramos en el Miata, la ausencia de huecos portaobjetos se hace notar bastante en el día a día, nos faltan sitios donde dejar todo lo que solemos llevar encima, que si el móvil, que si la cartera… y el hueco entre los asientos es un tanto incómodo para estos menesteres.
Por supuesto, daría para un juicio más profundo, también será una pega para muchos el hecho de que Fiat no haya desarrollado un habitáculo con un diseño propio y haya aprovechado totalmente el interior del Miata… pero en definitiva mi principal pega en este punto radica en la falta de huecos. El interior del Fiat 124 Spider es bueno, está bien resuelto, goza de un gran puesto de conducción y cuenta con un buen repertorio de comodidades.
Además desde su interior, no es necesario bajarse del coche, la operación de poner o quitar la capota manual nos lleva sólo unos pocos segundos, no más de 5 segundos, con una gran comodidad.
La palanca de cambios bailotea con una ligera vibración mientras el motor tintinea a ralentí en el más absoluto silencio de una tarde agosto en mitad de la nada, en mitad de la montaña. A mí espalda una pronunciada bajada por la que acabo de pasar me ayuda a dar con una nueva perspectiva de la zaga del italiano, que reposa descapotado después de los últimos kilómetros de tramo, sorprendentemente arrojándome un consumo ligeramente superior al del Mazda, coqueteando con los 8 l/100 km cuando el japonés, con el motor de 160 caballos, lo hace con los 7 l/100 km, incluyendo en ambos casos conducción deportiva y digo que resulta curioso porque bajo el capó del Fiat late una mecánica cuya teoría nos invitaría a pensar en lo contrario.
Aunque el chasis es compartido con el Mazda MX-5 la puesta a punto y el propulsor, además del diseño, es específico y al frente de este roadster late una mecánica turbo de 1.4 litros y 140 CV, un cuatro cilindros que difiere en condición y tamaño con los propulsores del japonés, con un motor de 1.5 litros que desarrolla 131 caballos y con un motor de 2 litros que desarrolla 160 caballos apostando en ambos casos, bendita sea, por la aspiración natural.
Quizá uno espera que gracias al Turbo la respuesta del italiano sea algo más enérgica en la parte baja del cuentarrevoluciones respecto a lo ofrecido por el pequeño de la gama del Mazda MX-5 pero no y es que mientras que el japonés se muestra rabioso y decidido a escalar rápidamente en el cuentarrevoluciones el italiano apuesta por un paso firme pero más pausado, ofreciéndonos en este régimen una buena respuesta sí, más apta para todos los públicos de hecho, pero quizá un tanto menos pasional, haciéndote partícipe un poco menos en la conducción a cambio de un discurrir más cómodo y sencillo, con una respuesta más sosegada pero más fácil de conseguir. El Miata en cambio te pide jugar un poco más con el cambio para ir siempre bien arriba, con la buena banda sonora bien metálica de su sistema de escape.
El Fiat 124 Spider no suena mal, ni mucho menos, pero me quedo con el sonido del japonés.
Mi azulado compañero cuenta con un gran tarado de dirección, directa, muy comunicativa y con un peso que agradará tanto a quienes buscan una conducción deportiva como a quienes lo van a usar a diario en el fragor de la ciudad, algo para lo que también es realmente válido, no es un coche de fin de semana, es un coche para todo… siempre y cuando no necesiten un gran maletero o las plazas posteriores claro.
Muy ágil y de noble pisar, tanto entre el tráfico como en nuestro tramo de montaña favorito, la suspensión del Fiat 124 Spider me ha dejado con un grato sabor de boca, de hecho me gusta más que la del Mazda MX-5 y eso que la del Miata ya nos ofrece un tacto y un paso por curva realmente bueno. A diferencia del Miata el Fiat 124 Spider se muestra un poco más firme, sin adolecer en ningún momento de una configuración “seca”, no es incómodo (el Miata tampoco) y desaparecen los ligeros balanceos que hay en el MX-5, prácticamente imperceptibles sí, pero que ahí están.
Estamos ante un coche que resulta tan divertido como dócil, capaz de ponerte una sonrisa en la cara en cada trayecto, capaz de enseñarte una conducción deportiva de cierto aroma clásico donde las prestaciones puras quedan relegadas a un segundo o tercer plano en favor de las sensaciones, de una respuesta a la dirección realmente satisfactoria, de una zaga dispuesta a redondear bien las curvas a nuestro antojo…
Perdemos también con la nueva mecánica esa grata sensación de subir bien arriba, de rodar en un régimen en el que pocos coches se atreven ya a rodar, menos aún en esta franja de precios y no, el Fiat 124 Spider no tiene versión RF pero…
¡Qué divertido es! Me acabo de bajar, acabo de terminar la parte predilecta de mi tramo favorito y no veo el momento de volverme a subir, de olvidarme de todo y enlazar curvas subiendo y bajando marchas sin capota que medie entre mis orejas y el viento hasta la siguiente para fotográfica… es, como el Miata, adictivo y tal y como decía al principio de esta prueba su diseño me va ganando a cada mirada.
La principal diferencia entre ambos, más allá de la estética, radica en que el Fiat 124 Spider apuesta por una conducción más relajada, por el paseo a los pies de la costa en lugar de por la pelea encarnizada con el cuchillo entre los dientes en un tramo de montaña. Su conducción es más pausada, con un excelente chasis invitándote a rodar rápido sí, pero que es correspondido con un propulsor más calmado en el que la aguja del cuentavueltas se toma su tiempo mientras ganamos ritmo, sin la celeridad y los “nervios” del Miata.
No noto claras diferencias de peso y siento que percibo más ligero al MX-5 por la respuesta de su propulsor. Por autopista ambos me ofrecen la misma comodidad, buena pero no excelente, con algún que otro ruido aerodinámico aunque ambos totalmente aptos para enfrentarse a cruceros a ritmo legal descapotados, permitiéndonos charlar tranquilamente con nuestro acompañante y con el viento justo soplando nuestra cara.
Son necesarias las menciones al Mazda MX-5 en prácticamente cada párrafo, me ayuda a ponerlo en contexto porque a fin de cuentas el Miata es una referencia y el Fiat parte de su chasis, algo que es una buena noticia sin lugar a dudas, pero la marca italiana ha sabido muy bien impregnar este chasis de una nueva filosofía, buscar un enfoque bien diferenciado y poner a disposición de aquellos que buscan un roadster más relajado un excelente coche, de clásico porte, con un habitáculo bien resuelto y con una muy muy placentera conducción.
Los últimos compases de la tarde nos alientan a ser breves, pisar el acelerador un poco más y poner rumbo de vuelta a casa, descapotados claro. Por el equipo de sonido Bose suena tenue una playlist de alguno de esos festivales del verano que tan lejanos parecen ya y con las últimas curvas aún por sentenciar termina de desaparecer el sol por el horizonte.
Me sigo quedando con los más rabiosos propulsores atmosféricos del Mazda MX-5, también con su diseño, pero tras estos últimos kilómetros con el Fiat 124 Spider, que han sido bastantes, me llevo la grata sensación de haber entendido bien el objetivo del roadster italiano, satisfacer al cliente que busca un descapotable más apacible con el que disfrutar además de un toque más clásico y ahí, despojado del temperamento más nervioso del Miata, es donde brilla este biplaza capaz de involucrar tan bien al conductor, capaz de hacerle disfrutar sea cual sea el trayecto, por banal que sea.