Hoy en día tu teléfono te permite hacer de todo, incluso pagar con él cuando no llevas la cartera. Lo único que necesitas es un modelo con NFC, una tecnología presente en muchos de los móviles actuales, que nos permite llevar a cabo estas operaciones descargando una aplicación para ello. Una funcionalidad muy útil en las estaciones de autoservicio que, sin embargo, plantean un dilema: si los móviles están prohibidos en las gasolineras, ¿te pueden multar por pagar con ellos?
No es ningún mito. Tal y como establece el segundo párrafo del Artículo 115.3 del Reglamento General de Circulación aprobado por Real Decreto 1428/2003 de 21 de noviembre, usar el teléfono móvil en las gasolineras está prohibido.
“Los propietarios de aparatos distribuidores de combustibles o empleados de estos últimos no podrán facilitar los combustibles para su carga si no está parado el motor y apagadas las luces de los vehículos, los sistemas eléctricos como la radio y los dispositivos emisores de radiación electromagnética como los teléfonos móviles”
La clave: prohibido durante el repostaje
Ignorar esta norma está sancionado con una multa de 100 euros sin la pérdida de puntos en el carnet de conducir. Esta es la teoría, la realidad es otra. Casi ningún conductor que manipula su teléfono mientras está repostando recibe castigo alguno: como mucho una llamada de atención por parte de los trabajadores de la gasolinera. Y esto sin tener en cuenta a los pasajeros que permanecen en el interior del vehículo: es casi imposible saber si han apagado sus móviles.
¿Qué pasa cuando un conductor decide utilizar el teléfono para efectuar el pago? ¿Este gesto es objeto de multa? Lo cierto es que no. Atendiendo a lo que dice el RGC, está prohibido usar el teléfono mientras estamos echando combustible: el pago se suele llevar a cabo antes o después de esta acción, nunca al mismo tiempo que el repostaje. Así las cosas, pagar con el móvil en una gasolinera está permitido y no seremos sancionados por ello.
¿Por qué está prohibido?
Esta prohibición se fundamenta en la prevención de un posible incendio en la gasolinera. Para que se produzca una deflagración se necesitan tres elementos: comburente (oxígeno), combustible (el vapor de la gasolina) y una fuente de ignición (teléfono).
Bien es cierto que para que un móvil se convierta en una fuente de ignición deben reunirse una serie de factores poco frecuentes: tiene que estar cerca del depósito, tener algún tipo de defecto de fábrica en la batería y que todo esto se produzca mientras estamos repostando. Otra cosa es que nuestro smartphone genere una chispa debido a la descarga de electricidad estática que transmite una persona al tocarlo: esto, de nuevo, es una posibilidad muy remota. Y tampoco se ha demostrado que las radiaciones electromagnéticas tengan fuerza suficiente para causar un incendio.