París votó para la prohibición de los patinetes eléctricos de alquiler, los que ofrecían las empresas y se podían alquilar en la calle a través de una aplicación. Sin embargo, la sorpresa ha llegado tras la respuesta de la sociedad a este absurdo cambio. Aunque resulta difícil decir que fuera a ser algo inesperado.
Lo votó un 7% de los parisinos
La población de París votó que se prohibieran los patinetes. Y tras muchos meses sin patinetes eléctricos en las calles ha quedado claro que aquel cambio fue completamente absurdo.
Como absurda fue la votación. La mayoría votó en contra de los patinetes. El problema es que votó solo un 7% de la población de París. Probablemente el 7% de los que estaban especialmente en contra de los patinetes, siendo un proceso ignorado por el resto. El principal motivo de la eliminación de los patinetes de alquiler era liberar las calles de los patinetes tirados por el suelo que obstaculizaban el desplazamiento por la ciudad.
La respuesta de la sociedad: pasar a las bicicletas eléctricas
Lo curioso es que la sociedad de París, así como el ente turístico, que al final es lo más relevante de la propia ciudad, ha encontrado un camino alternativo a los patinetes eléctricos: las bicicletas eléctricas.
Donde antes había patinetes eléctricos de alquiler, ahora las empresas han puesto bicicletas eléctricas a disposición de los ciudadanos y los turistas.
El hecho de que sea una de las ciudades con más afluencia turística del mundo hace que sea imprescindible contar con una solución de movilidad para los turistas. Y es por eso que las cifras de alquiler de bicicletas eléctricas y de bicicletas en general ha crecido de forma exponencial en la ciudad. Y la pregunta es, ¿qué ha cambiando entonces con respecto a cuando los patinetes no estaban prohibidos? Pues nada.
Las bicicletas son, incluso, más aparatosas
Todos los problemas asociados a los patinetes eléctricos no han quedado solucionados con la llegada del auge de las bicicletas eléctricas. Al contrario, puede que incluso hayan empeorado.
Si los patinetes eran un problema para la circulación de los vehículos en la ciudad, no parece que las bicicletas lo sean menos.
Si los patinetes eran un problema porque estaban tirados por las calles y no daban buena imagen ni facilitaban el desplazamiento de los turistas, no parece que las bicicletas, más aparatosas todavía, cambien eso.
Y si los patinetes eran un problema por el vandalismo alrededor de estos, no parece tampoco que ese vandalismo se vaya a reducir porque sean mucho más respetuosos con las bicis que con los patinetes.
¿Tiene sentido ir contra los patinetes?
Y esto recuerda si realmente tiene sentido ir en contra de una sociedad entera. Si la sociedad ha encontrado en los patinetes eléctricos una solución de movilidad, lo óptimo no es prohibirlos porque planteen algunos inconvenientes, sino buscar soluciones a estos inconvenientes.
¿Tiene sentido prohibirlos en el metro, o en el autobús, como sucede en España? ¿Acaso el metro no tiene inconvenientes como problemas estructurales, la necesidad de realizar grandes obras y un coste para la economía de los ciudadanos? ¿Qué ocurrirá si una silla de ruedas eléctrica es la que se incendia en un autobús? ¿Qué se hará cuando los cochecitos de bebé sean los que estén electrificados?
La absurdez de ir contra los patinetes no tiene ninguna lógica ni encaja con el camino que se está siguiendo respecto a otros medios de transporte. Y en París eso ha quedado demostrado de forma aplastante.