Aunque en ocasiones parezca que la industria del automóvil lleva décadas anclada en sus tradiciones y devenires, puede que te sorprenda saber que en los años 80, no muchas marcas presentaban al público prototipos o concepts. En 1984, Peugeot presenta en sociedad el primer concept de su historia, cuya historia repasamos hoy mismo en Diariomotor. Se llamaba Peugeot Quasar Concept, y mezclaba inspiración espacial – muy de moda en la época – con prestaciones y configuración mecánica directamente heredadas del mítico Grupo B. Esta es la historia de este prototipo funcional, el superdeportivo de motor central que Peugeot nunca construyó.
Puede que a priori no lo parezca, pero muy en el fondo, el Peugeot Quasar es un «simple Peugeot 205». El utilitario galo disfrutaba entonces de espectaculares ventas, y los diseñadores de Peugeot quisieron mostrar al mundo un 205 no sujeto a restricciones de fabricación y mercadotecnia. El resultado fue un superdeportivo de motor central y 600 CV, inspirado en las naves espaciales de la ciencia ficción, basado en el Peugeot 205 T16 que arrasaba en las carreras del Grupo B. Este prototipo fue una de las colaboraciones entre Gérard Welter y el legendario Paul Bracq, fichado por Peugeot tras su paso por BMW.
Fue Welter el diseñador de la carrocería del Quasar, entonces muy futurista, pero decididamente funcional: un gran apasionado del motorsport, Welter fundaría su propia escudería en 2007, y fue el que demandó que el prototipo fuera funcional y relativamente simple, quizá con la esperanza de una tirada limitada de producción. Aunque nunca llegó a venderse, su afilado frontal sería la inspiración de futuros Peugeot de calle, mientras que sus puertas tipo de apertura vertical cautivaron a los miles de visitantes del stand de Peugeot-Talbot en el Salón de París de 1984. Una enorme luna tintada cubría todo el habitáculo, y parte del frontal del coche.
En su parte trasera, Welter quiso dar protagonismo al motor, en combinación con una aproximación simplista. Se instalaron dos tubos de escape cromados de enormes dimensiones, y se dejó gran parte del propulsor de cuatro cilindros al aire. Curiosamente, no optaron por enormes spoilers o soluciones aerodinámicas complejas: líneas limpias y fluidas era lo único que Peugeot quería mostrar al público. El interior, obra de Paul Bracq, nada tenía que ver con el exterior. Sólo en el volante se puede ver la influencia del Peugeot 205, el resto del cockpit parece directamente sacado de una película de Star Wars.
En los ochenta la instrumentación digital era tan popular como hoy en día – ¿vivimos en un ciclo constante de modas? – y el Peugeot Quasar tenía un puesto de mandos 100% digital. A su multitud de elementos informativos se sumaba una pantalla CRT, ubicada en el centro del salpicadero, donde se mostraban las instrucciones de un primitivo navegador. El coche era incluso capaz de recibir mensajes de Telex mediante una conexión inalámbrica. Todo un precursor de elementos que damos hoy por hechos, como las instrumentaciones TFT o la conectividad avanzada mediante protocolos como Android Auto o Apple CarPlay.
Aunque el Peugeot Quasar nunca llegó a rodar grandes distancias – siquiera he encontrado vídeos del coche, aunque sabemos que era funcional – tenemos constancia de que su propulsor era un motor de 1.599 centímetros cúbicos y 16 válvulas, sobrealimentado hasta el extremo y directamente sacado de la competición, con unos 600 CV de potencia. La potencia era transmitida a las cuatro ruedas de forma permanente (reparto fijo 40/60), a través de una caja de cambios manual de cinco relaciones muy cerradas. Con un tamaño inferior a los cuatro metros y un peso de en torno a una tonelada, está claro que sus prestaciones habrían sido simplemente arrolladoras.
El legado del Peugeot Quasar
El Peugeot Quasar fue uno de los vehículos más importantes de la década para Peugeot. Fue uno de los primeros coches que logró que muchos jóvenes soñaran con tener un Peugeot, en vez de un Lamborghini Countach, ocupando multitud de paredes en forma de póster. La calandra del Peugeot Quasar sería adoptada por todos los vehículos de la marca, en menor o mayor medida, hasta bien entrados los años 90. La radical mecánica turboalimentada del Peugeot 205 T16, presentada en sociedad en el Quasar, lograría dos campeonatos del mundo de rallyes – en los años 1985 y 1986 – montada en coches de competición.
Además, sería el primero de una larguísima estirpe de espectaculares prototipos Peugeot, de los que ya os hemos hablado hace tiempo en este artículo de Altas Prestaciones. El Peugeot Quasar estuvo acompañado en 1985 de un hermano mellizo, el Peugeot Proxima, de idéntica configuración mecánica y diseño aún más arriesgado.