Las prestaciones se han convertido en un arma de doble filo para los fabricantes automovilísticos. Por un lado mantienen viva la guerra entre firmas para saber qué coche es supuestamente el más rápido, el más potente… sin embargo en un momento donde se pelea por cada dato, se ha puesto de moda una práctica que busca conseguir un efecto placebo en clientes y probadores, lo que nos lleva a la conclusión de que nos guste o no los fabricantes nos mienten deliberadamente.
Quizás no sea el primer caso que llega a tus oídos y especialmente si nos centramos en el mundo del automóvil deportivo. Determinado coche o motor consigue mejorar sus cifras de prestaciones o valores de rendimiento en pruebas independientes. Y no se habla de uno o dos caballos o unas pocas centésimas de segundo, se habla de decenas de caballos de potencia e incluso varias décimas de segundo en el 0-100 Km/h.
En más de una ocasión he preguntado a ingenieros de varios fabricantes el por qué de esta práctica y siempre la respuesta ha sido ambigua y de carácter extraoficial. Se habla de homologaciones estándar, de diferentes configuraciones para cada mapa de trabajo, de características que se modifican según gasolina, aire, temperatura, etc. Pero nunca nadie había confirmado hasta hoy lo que parecía ser la verdad tras esta práctica tan habitual, que no es otra que la idea de esconderse un as en la manga.
Ha sido en una entrevista realizada por Car Advice a Stephan Reil como Director técnico de Audi Sport, donde al preguntar sobre los tiempos oficiales de aceleración del nuevo Audi RS5 en comparación con los tiempos medidos en diferentes pruebas, éste ha admitido que el RS5 es capaz de mejorar su dato de aceleración oficial «fácilmente». Reil señala que los 3,9 segundos oficiales para el 0-100 Km/h son en un escenario poco favorable, añadiendo además que podría bajar hasta los 3,7 segundos en unas condiciones de trabajo más favorables.
Esta «mentira» la defiende Reil en tanto a que prefieren ser conservadores sobre sus cifras oficiales para no tener que escuchar o leer que sus coches no han conseguido las prestaciones oficiales en según que pruebas, lo que en el pasado ha sucedido a algún que otro fabricante y ha dejado la polémica servida. Infravalorando sus deportivos consiguen mantener ese as en la manga y por suerte o por desgracia a día de hoy es una práctica muy extendida entre fabricantes.