En 1997 Porsche iniciaba la comercialización de una nueva generación del Porsche 911, un polémico Porsche 911 (996), la quinta generación, que introducía importantísimos cambios, para la saga del “nueveonve”, con un nuevo lenguaje de diseño, con unas nuevas dimensiones, con un motor que, por primera vez en el 911, pasaba a contar con una refrigeración líquida… Pero además esta generación del Porsche 911 fue la encargada de introducir en la marca los frenos carbocerámicos de la mano del primer coches de producción en montarlos, el Porsche 911 GT2 (996). Hoy, siguiendo con este repaso a la historia de la quinta generación del Porsche 911 nos tenemos que detener en el GT2.
Porsche 911
El Porsche 911 (996) GT2 llegó 2001 con 462 CV
La denominación GT2 apareció en Porsche con la generación previa a este Porsche 911 (996), con el Porsche 911 (993), naciendo entonces como necesidad para homologar las versiones GT2 de competiticón. En el caso del 996 el GT2 llegó con un argumento comercial y no para dar apoyo a un vehículo de carreras, para eso Porsche lanzaba el Porsche 911 GT3, iniciándose esta saga, la de los Porsche 911 GT3, con el 996.
El Porsche 911 GT2 llegó proponiéndonos un coche que, basado en el Porsche 911 Turbo de la época, se alzaba hasta los 462 CV, 42 CV más que el Porsche 911 Turbo, contando además con una puesta a punto específica, menos peso y una mejor aerodinámica, convirtiéndose, hasta la llegada del Porsche 911 Carrera GT, en el Porsche más rápido.
Partía del Porsche 911 Turbo pero no tenía tracción total para ser más ligero
Su motor era el bloque bóxer de 6 cilindros y 3.6 litros de cubicaje, biturbo, que ya habíamos conocido en el 911 Turbo, aumentando, eso sí, la presión del turbo. Además debemos tener en cuenta que prescindía de la tracción total de este para terminar ahorrándose más de 100 kg, arrojando sobre la báscula un peso de 1.420 kg. ¿un ingrediente más a tener en cuenta? Sólo estaba disponible con cambio manual.
En su interior nos encontrábamos con la fórmula vista en el GT3 de la época, se podía equipar con un paquete Clubsport con jaula antivuelco y baquets y su estética estaba definida por su nuevo paragolpes, por las branquias laterales encargadas de alimentar al propulsor biturbo, el generoso alerón posterior (que a diferencia del Turbo contaba con una regulación manual) y una nueva salida de aire ubicada entre el capó y el paragolpes delantero.
Además de contar con una mejor aerodinámica y con una nueva suspensión montaba frenos carbocerámicos
También era específica la suspensión, que rebajaba la altura del conjunto, respecto al Turbo, 20 mm, pero donde me quería detener en este artículo es en su frenada y es que este deportivo, capaz de hacer un 0 a 100 km/h de 4.1 segundos, capaz de superar los 300 km/h de velocidad máxima para llegar a los 315 km/h, fue el primer coche de producción en contar con frenos carbocerámicos.
Tras su uso en el Concord en 1976, en la Fórmula 1 en 1979 y tras su uso a lo largo de los 80 y 90 en la industria ferroviaria llega, en 2001, al Porsche 911 GT2, convirtiéndose así, antes que otros hiperdeportivos de la época, en el primer coche en montar este tipo de frenos, que no sólo reducían el peso del conjunto en un 50% respecto a los frenos de hierro, sino que además contaban con una mejor refrigeración y con un menor desgaste.
El Ferrari Enzo llegó, también con frenos carbocerámicos, un año después
Se distinguía rápidamente su presencia por las pinzas de freno amarillas, un detalle, el de las pinzas amarillas, que se conserva hoy en día y eran parte de la dotación de serie del GT2.
Por supuesto este tipo de frenos estuvieron ya presentes en el Porsche Carrera GT, en 2003, también los tuvo el Ferrari Enzo en 2001 y hoy en día los puedes equipar en un Porsche 911 normal, son el extra más caro disponible, tienen un precio de 10.195 euros en el nuevo Porsche 911 Carrera S, pero antes, el primero, estuvo en el Porsche 911 (996) GT2, dejándonos así con un hito más en ese importante salto generacional que fue el 996.