Ante mí, el nuevo Porsche 911 GT3 (992). La última evolución de esta saga histórica llega a Diariomotor para convertirse en el protagonista del que posiblemente sea uno de nuestros vídeos más especiales. No se trata de un coche deportivo más, tampoco de un Porsche 911 más. Es el resultado de más de 20 años de evolución en busca del deportivo perfecto, de ese coche de carreras matriculable donde las sensaciones importan más que las prestaciones, y con el que todos hemos soñado alguna vez en nuestra vida. Hoy probamos el nuevo 911 GT3.
¿Pero por qué el GT3?
Hablar de Porsche 911 es hablar de la historia del automóvil en sí misma, sin embargo hoy nos centramos en un capítulo especialmente interesante de esta historia, un apartado reservado única y exclusivamente a la visión más deportiva y purista que se ha fabricado, y aún se fabrica, del 911.
Porsche 911
Corría el año 1999 cuando el salón del automóvil de Ginebra abría sus puertas con un 911 que nadie se esperaba. La participación de Porsche en la categoría FIA GT no podía pasar desapercibida en el plano comercial, y aunque la denominación Carrera RS ya contaba con la suficiente solera como para dar vida a ese 911 tan puro y cercano a los circuitos, la firma alemana decidió aumentar la leyenda de los GT1 y GT2 dando vida a una nueva variante denominada como GT3.
Sería un 911 de la generación 996.1 puesto a punto por el mismísimo Walter Röhrl, el encargado de instaurar esta nueva familia GT3, llegando hasta nuestros días con un 992.1 que firma la séptima evolución de la saga. Fabricado en Weissach bajo la premisa de ser la mejor base posible para un Porsche de carreras, cada nuevo GT3 que ha llegado a las calles ha tenido su correspondiente alter ego en competición bajo los nombres CUP, R o RSR, lo que ha permitido ver al 911 triunfar en trazados míticos como Le Mans, Spa, Nürburgring o Daytona.
Por lo tanto, para entender de verdad qué representan las siglas GT3, hay que mirar mucho más allá de las absurdas guerras de potencia o prestaciones en línea recta. Desde que fuese planteado por primera vez, para los ingenieros de Porsche sólo hay un objetivo con cada nueva iteración que se produce del GT3, y ese es seguir siendo el deportivo que más pueda acercarnos a las sensaciones y eficacia que se experimentan en un coche de competición.
Porsche 911 GT3 (992), así es su séptima generación
La idea de evolución constante que defiende el GT3 es un rara avis en la industria, pues lo común es encontrar saltos radicales entre generaciones, especialmente en cuanto a deportivos se refiere. Pero no, en Stuttgart se hacen las cosas de otra forma, y desde aquel Porsche 911 GT3 (996.1) presentado en 1999 como el arranque de la saga hasta nuestro días, la filosofía de este coche se ha mantenido intacta, buscando en cada iteración dar una nueva vuelta de tuerca a la receta original. Ni más, ni menos.
Para muchos esto puede no tener sentido teniendo en cuenta que hablamos de uno de los coches escaparate de Porsche, pero en realidad tiene toda la lógica del mundo cuando comienzas a comprender que representa el GT3. Pese a su imagen, no estamos ante un coche diseñado para ser el nuevo rey de las prestaciones, ni el más rápido en una carrera de aceleración. El objetivo de cada GT3 fabricado ha sido brindar a su conductor la experiencia de conducción definitiva, esa idea de pilotaje llevado a las calles desde la pureza de las sensaciones y la efectividad fruto de la ingeniería.
Y para conseguirlo, en este 992.1 (porque a futuro existirá un 992.2) nos encontramos un nuevo corazón bóxer, de 6 cilindros, con 4 litros de cubicaje y aspiración atmosférica. Se trata de un motor completamente nuevo que desarrolla 510 CV y 470 Nm de par máximo, consiguiendo llevar el corte de inyección a las 9.000 rpm para regocijo de nuestros sentidos – especialmente el oído -. Disponible con transmisión manual de 6 relaciones, ideal para los más puristas, nuestra unidad de pruebas instalaba la más rápida y eficaz transmisión PDK de doble embrague con 7 relaciones; una caja de cambios que puede ser posiblemente la mejor de su clase. El 0-100 km/h cae en 3,4 segundos, mientras que el 0-200 Km/h lo hace en unos impresionantes 10,8 segundos.
He de admitir que he tenido la suerte de poder conducir todas las generaciones de GT3, las 7, lo que me hace poder decir alto y claro que este nuevo GT3 es mejor, más rápido y más efectivo que cualquiera de sus antecesores. Pero ello también ha llevado a introducir cambios importante que, en según que punto, también han supuesto un cambio de registro. La radicalidad de algunos de sus antepasados ha desaparecido, y eso que esta unidad de pruebas instalaba los esculturales baquets de fibra de carbono heredados del 918 Spyder y el paquete Clubsport. Ello no quita para que estemos ante un coche temperamental como bien demuestra su carrocería esculpida a razón de la aerodinámica, pero ahora este GT3 ha ganado en confort y en polivalencia, algo que por seguro agradeceran la mayoría de sus afortunados compradores pues los más radicales siempre tendrán en el RS su montura.
El rediseño del esquema de suspensiones del tren delantero resulta crucial en este cambio de registro, pues el uso de dobles triángulos permite al GT3 alcanzar un nivel de precisión y agarre superior. Es realmente impresionante el ritmo que puede imponer este coche por mucho que se retuerza la carretera o se degrade el firme, y eso es posiblemente lo que más identifica a este coche. Y es que no importa solo lo rápido que puedes ir, sino la forma en que te implica en cada acción que realizas a sus mandos. Estamos ante un coche ultracomunicativo, que acata cada decisión de forma instantánea y que además nos regala esa precisión quirúrgica que muy pocos coches en el mercado son capaces de brindar.
A lo largo del vídeo que os hemos preparado he intentado transmitiros qué supone ponerse al volante de este GT3, un coche de una filosofía y planteamiento muy puristas. En un mundo que mira al futuro pensando únicamente en el coche eléctrico, pero que al mismo tiempo vive en un presente donde solo importan las prestaciones, el Porsche 911 GT3 representa a la perfección esa otra forma de entender el automóvil deportivo. Quizás muchos tachen a esta idea de ser una visión romántica sobre el coche de carreras matriculable, y en cierto modo así lo es, pero en ese romanticismo existe una variedad de matices que son los que de verdad importan, los que de verdad marcan las diferencias entre conducir y disfrutar conduciendo.