La historia de este Porsche nos lleva hasta la llamada “Canadian-American Challenge Cup”, Can-Am para los amigos. Una competición automovilística creada por el Sports Car Club of America y el Canadian Automobile Sport Clubs, celebrándose entre 1966 y 1987 sin contar 1975 y 1976.
La competición que lo permitía todo
Estaba pensada para coches de Grupo 7 experimentales. Hablamos de una Fórmula Libre donde la normativa era simple. El motor que quieras, la aerodinámica que quieras y el peso que quieras. Todo tenía cabida mientras el coche fuera de dos plazas, tuviera un volante y cuatro ruedas.
Esto es lo que buscaba la Can-Am. Una competición donde cada año los tiempos iban a mejorar gracias al desarrollo sin límites de los coches.
El papel de Porsche en la competición
Entre 1967 y 1971, se impuso un claro dominio de McLaren en la competición. Porsche estuvo trabajando para superarlo desde su llegada a la Can-Am, con un concepto de barqueta abierta, con poco peso, un enorme alerón y un V12 bajo el capó.
En 1972, gracias a una alianza con el preparador independiente Roger Penske, el modelo 917/10 que había cosechado algunos podios el año anterior, mejoró notablemente gracias a un sistema biturbo combinado con un sistema de inyección Bosch. Lograron así mejorar algo en lo que siempre había pecado el Porsche, la potencia. El coche al fin era competitivo con los más de 950 CV que llegó a dar.
El coche iba sobre raíles gracias a la aerodinámica y el peso se contuvo hasta los 735 KG. El nuevo piloto, Mark Donohue, era al mismo tiempo encargado del chasis, pues tenía amplios estudios y conocimientos de ingeniería sobre el tema. Tras quedar segundo en el estreno de esta bestia, Donohue tuvo un accidente que lo dejó fuera del asiento cuatro meses. No obstante, George Follmer, piloto de Penske, le cogió el relevo ganando 5 de las siguientes 8 carreras y terminando así con el reinado de McLaren al proclamarse campeón de 1972.
Llega el turno del Porsche 917/30 la bestia de 1560 CV
Para la temporada 1973, Porsche cogió el motor de los 917K de Le Mans y le adapto el sistema turbo del 917/10 del año anterior. La potencia llegaba con facilidad a los 1140 CV. Si se aumentaba el soplado del turbo, la cifra ascendía a unos endiablados 1560 CV. Aunque no haría falta llegar a ese extremo.
A pesar de acabar séptimo en la primera prueba debido a un incidente de carrera, y un problema de combustible lo relegó al segundo puesto en la siguiente cita, el americano Donohue se hizo con la victoria en las siguientes 6 carreras, arrasando con el campeonato y doblando en puntos al segundo clasificado.
Recordemos que estamos a inicios de los 70 y que el coche ya podía alcanzar un caballaje que sigue siendo una locura a día de hoy. Hablamos de un coche que hacía el 0 a 300 en 11,1 segundos, que pesaba 800 kilos y llegaba a 386 KM/H Con razón Donohue afirmaba: “Si pilotase este cacharro al máximo de lo que da, durante toda la carrera, acabaría cinco vueltas por delante de los demás”.