Si nos cruzásemos por la carretera con esta Volkswagen Transporter T3 pensaríamos, precisamente, que es un vehículo de Volkswagen. Si tuviéramos tiempo de contemplarla con detenimiento, nos daríamos cuenta de que algo no encaja: los logos, esas llantas Fuchs… Y es que ante vuestros ojos está el Porsche B32, Volkswagen T3 con alma de 911 que nadie se atrevió a vender.
En los años ochenta, Porsche está metida de lleno en el mundo de los rallies de la mano del Porsche 911 y 959. El problema es que, en su gama, no tenía ningún vehículo capaz de brindarles la asistencia necesaria. Así fue cómo nació aquel Mercedes Clase G 280 equipado con un motor V8 de Porsche que vimos en el París-Dakar de 1985. No fue el único concebido para tal fin.
Un pequeño equipo de ingenieros y técnicos de Porsche decidió reforzar una Volkswagen T3 Syncro para operar en el desierto. ¿Cómo lo hicieron? Adaptando su sistema de tracción total a varias unidades del Porsche B32.
¿Qué era el Porsche B32?
Sin salir de la década de los ochenta, pero viajando al principio de la misma, nos encontramos con las pruebas de desarrollo del Porsche 911. Unos test para los que se necesitaban sistemas de medición así como piezas de repuestos: unos y otras llegaban a bordo de las Volkswagen Transporter T3… aunque nunca a tiempo.
Para minimizar esos tiempos, los ingenieros de Porsche decidieron hacer experimentos. En el primero de ellos sustituyeron el motor de una Volkswagen Transporter T2 por un cuatro cilindros procedente de un Porsche 914. El segundo estuvo protagonizado por una Volkswagen Transporter T3 y por el motor bóxer 3.0 de seis cilindros (204 CV) de un Porsche 911 que ya había recorrido 22.000 kilómetros. Acababa de nacer el Porsche B32.
El resultado fue tan convincente que en Porsche se plantearon hacer una pequeña tirada. La idea era esa hasta que alguien puso el foco en el precio de aquella T3 con alma de 911: calcularon que, en el mercado, costaría, como mínimo, 80.000 marcos. Un Porsche 911 Carrera valía, entonces, 61.950 marcos.
Eso sí, la inviabilidad económica del proyecto no impidió que se fabricaran algunas unidades: no se sabe a ciencia cierta cuántas (se habla de entre 7 y 20), pero nunca llegaron a ser comercializadas. Ahora, una de ellas (la que os mostramos en las imágenes de este artículo) está a la venta en Países Bajos: data de 1988 y el centro de Porsche en Güeldres la ofrece con 130.770 kilómetros y un precio de 364.900 euros.
Más del doble de potencia
El Porsche B32 se diferencia de un T3 clásico por sus llantas negras Fuchs, sus logos específicos o por la palabra Carrera, ubicada bajo el portón del maletero. Ahí es donde estaba, también, el faldón trasero que ocultaba la salida del escape. En el interior las diferencias saltaban a la vista: tanto el cuadro de instrumentos como el volante eran originales Porsche. Tan lograda estaba la transformación que el número de serie corría a cargo del fabricante de Sttutgart y no de Volkswagen.
No obstante, la gran diferencia residía en la mecánica. El cuatro cilindros original fue reemplazado por un motor atmosférico de seis cilindros bóxer que desarrollaba 231 CV (5.900 rpm) y tenía un par de 284 Nm (4.800 rpm): su potencia era más del doble de lo que entregaba la furgoneta base. Con esta configuración aquella Volkswagen Transporter T3 se convertía en un lobo con piel de cordero capaz de circular a una velocidad máxima de 220 km/h y capaz de pasar de 0 a 100 km/h en 8 segundos, aproximadamente. Su pareja de baile era una caja de cambios de cinco velocidades.
No fue lo único que modificaron: para albergar este esquema mecánico tuvieron que elevar quince centímetros el suelo del maletero. Revisaron, de igual modo, las suspensiones para que fueran más bajas y firmes así como el sistema de frenado, que integraba cuatro frenos de disco. Por último, incorporaron un depósito con 100 litros de capacidad para que el consumo del Porsche B32 (18 l/100km) no mermase su autonomía.