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20 años de Porsche Boxster: el deportivo "barato" que salvó a Porsche en los años noventa

A menudo hablamos de Porsche, y de cómo los de Stuttgart siguen perfeccionando, desde hace más de 50 años, uno de los deportivos más deseados, el Porsche 911, que a su vez arrastra el pecado original de su arquitectura imperfecta, la del motor posterior. A menudo también se suele mencionar que la razón por la cual hoy podemos disfrutar del Porsche 911, y el resto de deportivos de Porsche, no es otra que el Porsche Cayenne. Bien es cierto que el Porsche Cayenne ha sido durante años el producto más vendido de la marca, hasta la llegada de un Porsche Macan junto con el cual superan las dos terceras partes de las ventas de la marca en todo el mundo. Pero es probable que la salvación del Porsche 911, e incluso de Porsche, llegará mucho antes, con dos episodios sucedidos en los años ochenta y en los años noventa. Y sobre todo con el lanzamiento de un producto, el Porsche Boxster. Aunque te parezca increíble (a mí me lo parece) el Porsche Boxster celebraba estos días su vigésimo aniversario. Y se cumplen 20 años de su lanzamiento pero también de la salvación de Porsche.

Decíamos que a lo largo de la historia el Porsche 911 se ha encontrado con diferentes episodios en los que su desaparición estuvo cerca, y se salvó milagrosamente de haber quedado relegado a un emblema clásico. Pero, por suerte, hoy en día el Porsche 911 no solo nos evoca a los deportivos más clásicos y añorados, sino también al producto avanzado y tecnológico que cincuenta años después aún permanece en los concesionarios. Uno de esos episodios ya se ha tratado en Diariomotor, la historia de como Peter Schutz llegó a Porsche para retomar el desarrollo del 911 y salvarlo de una muerte que antes de su llegada ya había sido anunciada.

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Años más tarde, en los noventa, la situación no era menos delicada para Porsche y su deportivo de referencia.

Los años noventa fueron duros para Porsche. Muy duros. La recesión de los noventa, problemas internos de muy diversa índole y una gama que pedía a gritos un soplo de aire fresco, habían hecho que sus ventas se hundieran. Lejos quedaban aquellos años ochenta en los que Porsche alcanzó unas ventas anuales muy por encima de los 50.000 deportivos, de los cuales llegarían a venderse 30.471 unidades en el año 1986 en Estados Unidos. En 1993 las ventas de Porsche, en todo el mundo, habían caído en torno a las 14.000 unidades (ver reportaje del New York Times) y en Estados Unidos, el que antaño fue su mercado predilecto, el más importante, apenas se vendieron 3.713 unidades.

Allá por 1992 la situación de la marca era insostenible, se encontraba al borde de la quiebra. Sería en aquellos años cuando Wendelin Wiedeking, que en los ochenta fue ingeniero de Porsche, regresaría como el hijo pródigo para dirigir la producción de la marca, primero, y convertirse en su CEO años más tarde.

En aquellos años, bajo la batuta de Wiedeking, Porsche tendría que revisar por completo su filosofía. Para no acabar engullida, o desapareciendo, Porsche necesitaría cambios muy drásticos en su producción, de los cuales os hablaremos más adelante, pero también recuperar sus ventas.

La receta era sencilla: Boxster = roadster con motor bóxer

Fue entonces cuando surgió la idea del Porsche Boxster, un producto que ya en su nombre nos revelaba su filosofía, la de un motor bóxer, en un envase tan atractivo como el de un roadster.

Porsche necesitaba un producto que aprovechase, en la medida de lo posible, las tecnologías ya amortizadas en el Porsche 911 y que guardase una estrecha relación con este último para optimizar los costes y maximizar los márgenes de beneficio. En cualquier caso, a Porsche no le bastaba con lanzar un deportivo de altos vuelos, con un precio muy elevado, y con unas ventas muy reducidas. Porsche necesitaba un súperventas. Un producto más económico y atractivo, con un espectro de compradores potenciales más amplio, aún asumiendo el riesgo de que este pudiera engullir al Porsche 911.

Entrar en un segmento tan poblado como el de los roadsters ligeros y económicos no sería fácil para Porsche y más contando entre sus competidores con novedades como el BMW Z3 y el Mercedes SLK y un clásico de la categoría, el Mazda MX-5. En cualquier caso, el hecho de que el espectro de compradores potenciales de la categoría fuera como mínimo seis veces superior que el disponible para el Porsche 911, y su habilidad para diferenciarse por aspectos tan importantes como su motor central, serían las grandes bazas del Porsche Boxster.

A lo largo de los años noventa Porsche conseguiría mejorar los procesos de producción de sus fábricas y aprovechar al máximo sus tecnologías ya amortizadas para conseguir su objetivo, el de lanzar un producto, el Porsche Boxster, con un precio apropiado para sus clientes.

Y lo que es aún más importante. Porsche trabajaría simultáneamente – a encargo de Wiedeking – en el desarrollo del primer Boxster (986) y de una nueva generación del Porsche 911 (996), aprovechando el mayor número de componentes. Sus motores, por ejemplo, eran en esencia los mismos. Aún así evitarían que el Porsche Boxster se convirtiera en un sucesor «barato» del 911, consiguiendo que ambos pudieran coexistir. Aunque sus rasgos fueran similares, y multitud de componentes fueran compartidos en las gamas Boxster y 911, el 996 seguiría una senda diferente, se diferenciaría por su tradicional motor posterior y, por supuesto, por versiones más potentes y opulentas. Amén de otras características, como su tamaño, o sus plazas traseras.

Hasta la llegada del Porsche Cayenne el Boxster se convertiría en el modelo más vendido, con diferencia, de Porsche. Dicen que, en su presentación, Wendelin Wiedeking prometió que las ventas de Porsche remontarían gracias al Porsche Boxster, se duplicarían, y alcanzarían las 30.000 unidades anuales. Previsiones que no solo se cumplieron, sino que se superarían holgadamente. Cuatro años después del lanzamiento del Porsche Boxster la marca de Stuttgart ya había alcanzado las 56.000 unidades anuales, sus ventas prácticamente se habían multiplicado por cuatro.

Y lo mejor, para entender el rendimiento económico de la marca Porsche moderna, aún estaría por llegar. Se llamaría Porsche Cayenne, y aún apostando por introducirse en un ámbito tan desconocido por aquel entonces para Porsche como el de los todoterreno, conseguiría que la marca diera el verdadero salto cualitativo a la hora de, primero, multiplicar sus ventas y, segundo, convertirse en uno de los fabricantes que obtiene mayor rentabilidad por cada coche que sale de su fábrica.

En Diariomotor:

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David Villarreal

En 2007 comenzaba su andadura en los medios en internet y en el mundo del motor. Dos años después David se unía a uno de los proyectos incipientes de la prensa del motor, el de Diariomotor. Seguir leyendo...

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Descapotable, biplaza, con motores de gran potencia colocados en posición central-trasera y un bastidor con todo el buen hacer de Porsche concentrado en poco más de 4 metros de coche. Una receta de lo más apetitosa que da pie a disfrutar cada vez que arrancamos.

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