El paisaje no puede ser más idílico. A mi alrededor una de las joyas del Mediterráneo, la isla de Creta. He de lamentarme de no poder disfrutar más del entorno que me rodea, pero la carretera exige toda mi atención. Circulamos por vías realmente estrechas, que en algún tramo se ensanchan, a juzgar por lo que veo a mi alrededor para que, echándose ligeramente al arcén, el conductor que quiere adelantar pueda inventarse un tercer carril. Algo que me recuerda mucho a aquellos meses en los que estuve viviendo y conduciendo en el este de Europa. Por suerte, surcamos alguna carretera muy ratonera, con curvas muy cerradas, subidas y bajadas, auténticas montañas rusas. Llego un poco pasado a la siguiente curva, suelto el freno con rapidez, punta de gas, y el coche se coloca en la trazada con precisión quirúrgica. Por un momento pienso que estoy conduciendo un compacto deportivo, incluso un coche de tracción trasera. La experiencia es prácticamente la misma. Pero despierto, diviso la carretera desde un trono muy alto y por el retrovisor interior veo que la luneta del portón trasero me queda muy lejos. Miro el volante y veo el emblema de Porsche. Pero no conduzco un 911. Cualquiera diría que esta es la prueba del Porsche Cayenne. Pero no se me ocurría mejor forma que esta de transmitiros mi experiencia con el SUV que quizás más me ha impresionado hasta la fecha, el nuevo Porsche Cayenne.
Durante los últimos días os hemos hablado largo y tendido de la nueva generación del Porsche Cayenne. Y tras este artículo, creedme, seguiremos hablando de él. Pero hoy quería centrarme en cómo Porsche ha logrado, una vez más, sorprendernos. No vamos a entrar en si este es el mejor Porsche Cayenne de la historia. Por supuesto que lo es. No cabía otra posibilidad. La pregunta del millón será si otro fabricante podrá igualar las cualidades de conducción que ha conseguido Porsche en un SUV de su tamaño, con un precio de salida por debajo de los 100.000€ y sin llamarse Bentley o Lamborghini.
Este mismo verano me encontraba probando el Range Rover Velar en Noruega y una y otra vez pensaba que Porsche se estaba quedando atrás, viendo un ejercicio de diseño exquisito, un coche dinámicamente muy capaz, fuera del asfalto un buen Land Rover y tecnológicamente a un nivel muy alto. Pero sencillamente me había podido la impaciencia. Porque en ese momento no sabía que muy pronto estaría probando este Porsche Cayenne.
Ver nuestra guía de SUV de lujo grandes.
La experiencia de conducir un Porsche Cayenne S por carreteras muy reviradas, como decía al comienzo, es solo comparable a la de conducir un compacto deportivo, mucho más bajo, y con tracción trasera. La anchura del Cayenne, ciertamente, es uno de los aspectos que te invita a tomar más precauciones. Por todo lo demás, cuesta comprender que Porsche haya conseguido esta agilidad, y este tacto, en un coche que supera las dos toneladas. Si bien es cierto, con el ahorro de peso que han conseguido en esta tercera generación, un Porsche Cayenne – a secas – ya consigue bajar hasta unos más que correctos 1.985 kilogramos, en un enorme SUV, de 4,92 metros de longitud.
El tacto de la dirección es todo lo bueno que uno espera de un Porsche, con un aliciente extra, el de un sistema de tracción a las cuatro ruedas que nos facilita marcar la trazada con absoluta precisión, especialmente en las curvas más cerradas y lentas. La puesta a punto de este dispositivo, y el reparto de su sistema de tracción total, hacen que el tacto en estas situaciones sea más cercano al de un tracción trasera, facilitándonos aportar giro al coche dosificando la presión sobre el acelerador, a punta de gas. Hasta cierto punto, y salvando mucho las distancias, me recordó al nuevo Audi RS5 Coupé que pude probar hace apenas unos días.
la impresión siempre es de conducir un coche más bajo, más corto y más ligero
Más espectacular que esa precisión que normalmente no esperas de un gran SUV, su capacidad para contener las inercias, los movimientos de carrocería. Entre las tecnologías del nuevo Porsche Cayenne nos encontramos con un sistema que a mi juicio marca la diferencia, sobre todo en un coche de estas dimensiones. El Porsche Cayenne estrena unas estabilizadoras electromecánicas que, alimentadas por un sistema eléctrico de 48 voltios, modifican la rigidez de torsión de las estabilizadoras, reaccionando en milisegundos, para reducir, hasta prácticamente eliminar, los balanceos.
Dice Porsche que con dos personas a bordo este sistema es capaz de eliminar el balanceo con fuerzas laterales de hasta 0,8 G. Después de haberlo probado no puedo hacer otra cosa que creérmelo. Sorprende, inicialmente, cómo puedes entrar en curvas muy cerradas y lentas más rápido de lo que la prudencia te pediría en un coche así, sin que acuse balanceo alguno. Y eso, en última instancia, te aporta la confianza necesaria para encadenar curvas a un ritmo que solo hubieras imaginado en un coche mucho más bajo, y como mínimo 500 kilogramos más ligero.
Este Porsche Cayenne también estrena un nuevo sistema de suspensiones con tres cámaras, mejorado con respecto al utilizado hasta ahora. Eso nos deja un margen para variar la distancia al suelo desde los 162 milímetros, para disfrutar en carretera, hasta los 245 milímetros, con los que podremos recordar que este Porsche Cayenne no es solo fachada, y que también ha sido diseñado para ser muy capaz fuera del asfalto.
El Porsche Cayenne S fue sin duda el que más me hizo disfrutar encadenando curvas, saliendo de una, para esperar con una sonrisa la llegada de la siguiente. Este modelo está equipado con un motor V6 biturbo de 2.894 cm3 que entrega 440 CV de potencia. Y sí, de nuevo recuerdo al Audi RS5 Coupé que caté hace unos días, porque ambos comparten motor. Audi ha tomado la decisión de equipar en su coupé más deportivo un cambio de convertidor de par. Y Porsche ha hecho lo mismo, equipando al Cayenne con un Tiptronic S de 8 relaciones, a diferencia de un Panamera que con el mismo motor emplea el PDK. Porsche tiene una justificación que entenderás bastante rápido, las exigencias fuera del asfalto a las que tiene que hacer frente un Porsche Cayenne y otras necesidades, como contar con una gran capacidad de arrastre, hicieron que Porsche, como en anteriores Cayenne, optara por un cambio tan robusto como es el Tiptronic S.
Eso no es del todo malo y en ningún caso creemos que vayas a echar en falta al PDK. Este cambio nos resultó bastante rápido, incluso más que el utilizado por el Audi RS5 Coupé, aunque gocen de tecnologías muy parecidas. El motor V6 biturbo es una auténtica joya. Es rápido como una bala, muy progresivo, y apenas acusa el retardo del turbo por la arquitectura empleada por los de Stuttgart, en la que dos turbos se encuentran prácticamente incrustados en el triángulo que forman sendas bancadas de cilindros, acortando mucho la distancia recorrida por los gases de escape y haciendo que el bloque sea más compacto, y pueda colocarse en una posición más retrasada, lo que también redunda en una mejor dinámica.
El Porsche Cayenne estrena un nuevo sistema de frenos, denominado Porsche Surface Coated Brake (PSCB), en el que los discos de acero cuentan con una capa revestida de carburo de tungsteno que promete mayor durabilidad (y menor desgaste), y mayor resistencia, sin tener que configurar unos frenos cerámicos, más caros y delicados.
Sin haber tenido tiempo para probar el Porsche Cayenne – a secas – con su V6 monoturbo de 2.995 cm3 y 340 CV de potencia, sin duda el Porsche Cayenne S se convirtió en mi favorito, al menos en estas circunstancias. Y eso que aún tendría tiempo de probar el Porsche Cayenne Turbo.
El Porsche Cayenne Turbo ya son palabras mayores. Bajo el capó un V8 de 3.996 cm3 y 550 CV de potencia. Esta bestia acelera de 0 a 100 km/h en 3,9 segundos con paquete Performance. Es descomunal en todos los sentidos y, sinceramente, jamás había sentido esa sensación de aceleración en un SUV de este tamaño, aunque tampoco había probado nunca un coche de estas características, y con tanta potencia.
El Porsche Cayenne Turbo incluye sistemas tan atípicos en un SUV – y de hecho es inédito – como un spoiler activo, con diferentes funciones y posiciones para optimizar la aerodinámica en ciertas situaciones. Ver funcionamiento del alerón activo del Porsche Cayenne Turbo.
Lo que sí puedo decir tras esta prueba es que este Porsche Cayenne Turbo pide a gritos Autobahn, disfrutar de carreteras sin restricciones de velocidad máxima, con garantías, y seguridad. Pero para todo lo demás yo me seguiría quedando con el Porsche Cayenne S, cuyas prestaciones son más que suficientes, y que con un tren delantero que soporta un peso menor, de un bloque de seis cilindros, se muestra más ágil y divertido en los tramos de curvas más exigentes.
En definitiva, Porsche ha vuelto ha hacerlo. Ha vuelto a sorprendernos. Llevan medio siglo fabricando un deportivo que técnicamente monta el motor en el lugar equivocado y venciendo ese handicap, con soluciones técnicas innovadoras, con las que consiguen que un motor trasero sea referencia entre los deportivos. Y ese mismo afán de superación, y tecnologías que de nuevo son innovadoras, es el que ha conseguido que un gran SUV como el Porsche Cayenne pueda alcanzar unas cotas de agilidad, precisión el control, y confort, que sinceramente no nos esperábamos.
Dicen que Ferry Porsche en su día ya aseguró que, si Porsche fabricaba un todoterreno, y mantenía la elegancia, la calidad y la deportividad que se esperan de sus coches, y el emblema de Porsche, la gente lo compraría. Y estamos convencidos de que este Porsche Cayenne, como sucediera con una primera generación, que vendió 270.000 unidades, y una segunda, que vendió otras 500.000 unidades, se venderá, y mucho, y superará con creces las cifras de sus predecesores.
Más imágenes del Porsche Cayenne S y el Porsche Cayenne Turbo: