Resulta apasionante mirar atrás para ver cómo algunos componentes de nuestros coches, aparentemente sencillos, comenzaron poco a poco a popularizarse e incluso estandarizarse. A menudo, trasciende más la historia del fabricante que lo popularizó, que aquel que lo introdujo por primera vez en su coche. Y ese es precisamente el caso que nos ocupa. Y esta es una historia que esperamos recuerdes la próxima vez que mires por el retrovisor interior de tu coche, y veas cómo el brazo del limpiaparabrisas barre la luneta trasera. ¿Sabías que este sistema se lo debemos, en parte, a Porsche?
La historia de los limpiaparabrisas se remonta a comienzos del siglo XX, y aunque se registraron diferentes patentes en aquellos años, y diferentes inventores idearon sistemas parecidos, generalmente se recuerda a Mary Anderson como la inventora de los limpiaparabrisas. Aquella idea tan práctica, que según Mary imaginó tras un viaje a Nueva York en un crudo día de invierno, tardaría aún bastantes años en aplicarse, e incluso se encontraría con el rechazo de aquellos a cuantos intentó vender los derechos de su patente.
Pero aún tardaría mucho más, varias décadas, en comenzarse a aplicar, y en popularizarse, la idea de un limpiaparabrisas para la luneta trasera. Primero, porque la visibilidad posterior no era ni mucho menos tan crítica como la que requiere el parabrisas frontal. Y segundo, porque en los primeros coches en los que se empezó a aplicar no era un elemento tan necesario, como lo sería décadas más tarde con la proliferación de utilitarios y compactos, de portón trasero, en los que la luneta es especialmente propensa a cubrirse de suciedad.
Como contaban en Petrolicious, los limpiaparabrisas traseros apenas eran una rareza, un accesorio muy poco común, que ya aparecía en algún modelo de los años cuarenta, y en la lista de opcionales. En los años cincuenta, la industria italiana ya comenzó a tomar un mayor interés por este sistema. Lo podemos ver en algunas creaciones de «Pinin» Farina, como el Ferrari 250 GT Europa o el Lancia Flaminia Berlina. Pero incluso tras esas experiencias, los limpiaparabrisas traseros seguían considerándose algo superfluo.
Allá por los años cincuenta, mucho antes incluso de la llegada del Porsche 911, un industrial y regatista alemán, realizaría un encargo un tanto sorprendente al reservar su nuevo Porsche 356. El señor Alfried Krupp quería que su deportivo tuviera un limpiaparabrisas trasero. Y los ingenieros de Porsche no dudaron en ofrecérselo, instalando un brazo articulado, anclado en el centro y sobre la cubierta del motor, que barriera la luneta posterior.
Dicen que a partir de entonces Alfried, cliente fiel a Porsche, siempre encargaba sus deportivos con este sistema, y los de Stuttgart se lo ofrecían. Un ejemplo recurrente que Porsche utiliza en ocasiones para recordar cómo sus departamentos de encargos especiales – hoy Porsche Exclusive – atienden a las necesidades de sus clientes.
Cuando otros propietarios de Porsche se encontraban con Alfried y sus Porsche 356 con limpiaparabrisas trasero, por la Autobahn o paseando por una calle, pensaban que definitivamente sería una buena idea que su coche equipase uno de ellos. Tanto es así, que Porsche tenía que atender cada vez más peticiones de instalar un limpiaparabrisas en sus deportivos, ya fueran reservas a fábrica, o encargos posteriores a la compra.
Así las cosas, a mediados de los sesenta Porsche decidió ofrecer los limpiaparabrisas como un accesorio oficial, que como en los casos anteriores podía instalarse de fábrica, o en cualquier momento posterior a la venta del coche.
Por aquel entonces, su instalación se llevaba a cabo en los talleres dedicados a reparar coches de la fábrica de Porsche en Zuffenhausen.
Porsche no sería la única marca que popularizaría este sistema. A finales de los sesenta Volvo haría lo propio en el Volvo 145. Y años más tarde, con el nacimiento de los compactos modernos, como el Volkswagen Golf, los limpiaparabrisas acabarían convirtiéndose en una necesidad. Y es que con un portón muy vertical, y sin voladizo trasero, la luneta posterior estaba muy expuesta a la suciedad, al polvo, las virutas y las gotas de aceite que pudieran proyectarse del asfalto. Lo cual es también la razón por la cual, hoy en día, y en pleno siglo XXI, no todos los coches cuentan con limpiaparabrisas traseros.