Seamos sinceros, tú, yo y prácticamente todos los amantes del mundo del motor hemos escrutado en infinidad de ocasiones las secciones más recónditas de los portales de segunda mano en busca de ese flamante coche de ensueño. Sí, me refiero a deportivos, coches de lujo, berlinas de primer nivel y todo tipo de extravagantes vehículos aptos para unos pocos bolsillos cuando las líneas de producción aún los mantenían en activo. La depreciación parece nuestra mejor amiga cuando atiza sin piedad a esta clase de coches hasta el punto de resultar asequibles… ¡e incluso baratos! Pero, ¿qué pasa realmente cuando adquirimos ese sueño húmedo de cuatro ruedas? Que puede convertirse en nuestra peor pesadilla.
Sí, existen vehículos de corte deportivo asequibles, baratos de mantener y fiables, tales como el Mazda MX-5 en cualquiera de sus generaciones o los gemelos nipones, los Toyota GT86 y Subaru BRZ. Pero, ¿y si subimos el listón? Porque ahí es cuando pueden empezar los problemas al adquirir a un precio irrisorio un coche cuyo valor nuevo se asentaba o coqueteaba con las seis cifras y cuenta con un mantenimiento acorde.
Cuando los apellidos AMG, RS y M se pueden convertir en un quebradero de cabeza
Escrutar el mercado de ocasión nos gusta a todos, especialmente cuando la depreciación se pone del lado de nuestro bolsillo. Y es que resulta muy sencillo encontrarnos con modelos de apellido S, RS, AMG y M por cifras más propias de un compacto o un utilitario moderno. ¿El pensamiento habitual? Poder tener cerca de 400 CV por poco más de 5.000, 10.000 y 20.000 euros.
Está claro que existen escenarios en los que adquirir un vehículo de este tipo reducido en valor monetario hasta el mismísimo infierno -o paraíso, eso según cómo se vea- es una muy buena oportunidad. Si tenemos conocimientos mecánicos como para atrevernos a toquetear motores de alta cilindrada con nuestras propias manos y acceso a piezas no precisamente baratas sí, es una ganga. Pero la situación puede volverse sumamente dolorosa.
Lo primero es asegurarnos de que la unidad que adquiramos ha estado mantenida adecuadamente y que no nos va a dar sorpresas que dupliquen el valor de compra. Filtros, líquidos, distribución… Todo a su debido tiempo y utilizando componentes de primer nivel, así como cerciorarnos de que tampoco ha sufrido un accidente y que el kilometraje es real. Si en casos normales asegurarnos de que todo está correcto es importante, con este tipo de coches todavía más.
Pero, ¿qué pasa si un BMW M3 E92, un Audi RS6 o un Mercedes-Benz C 63 dan problemas? Que debemos tener un colchón económico preparado. Y es que ya no son solo los imprevistos que podamos encontrar, sino también el mantenimiento. Por muy pocos kilómetros que hagamos estamos hablando de coches que pueden contar con V8, V6 o V10 atmosféricos, sobrealimentados por turbo etc. Motores que beben y no precisamente poca gasolina.
A esto debemos sumarle el coste de los neumáticos, aceite, frenos, talleres especializados en los que sí, la mano de obra será más barata que en la casa oficial pero las piezas serán igualmente caras, así como las revisiones periódicas que exigen estos coches a rajatabla para asegurarnos de que su mantenimiento es el adecuado. Tampoco debemos olvidarnos de seguros, impuestos y demás pagos acordes al precio nuevo y características del vehículo que estamos pagando.
Lo barato puede salir muy caro
Si buscamos por cualquier portal de ocasión podremos encontrarnos con, por ejemplo, un BMW M5 E60 de 507 CV en torno a los 25.000 euros, un precio por el que puedes comprarte nuevo -aproximadamente- un Volkswagen Golf. Si centramos la búsqueda en un Audi RS6 C5, con más de 400 CV, nos daremos cuenta de que es fácil hacernos con uno por menos de 20.000 euros, o lo que es lo mismo, un SEAT Ibiza recién salido de fábrica.
Sé que estoy comparando huevos con castañas, pero mi intención es hacer ver que, por mucho que nos apetezca hacer una compra de ese estilo, debemos estar preparados para todo lo que ello implica. Sí, podemos salvar los platos si contamos con un contexto concreto, pero en circunstancias normales y sin un colchón acorde a las exigencias del coche, podemos encontrarnos con la necesidad de venderlo mucho antes de lo que nos gustaría.
No pretendo ser negativo, simplemente realista ante una situación que puede ser despiadada con nuestra economía. Estamos hablando de coches con un V10 derivado de la Fórmula 1, V8 con compresor volumétrico y, aunque algunos de ellos sean más fiables que otros, los imprevistos, su caro mantenimiento y su alto consumo siempre van a estar ahí.
Siguiendo con el ejemplo del BMW M5 E60, una garrafa de aceite puede costarnos cerca de 50 euros, bujías sobre 16 euros y filtro de aire cerca de 25 euros. Pero claro, estamos hablando de piezas adquiridas por nuestros propios medios, porque en el taller oficial todo ello se duplicará o triplicará, así como el precio por hora o un desembolso desorbitado ante una avería de la caja de cambios SMG, la cual brillaba por su falta de fiabilidad.
Y es que al final son las grandes averías donde también se marca la diferencia entre un coche «de a pie» y una berlina o un deportivo de altos vuelos. Podemos acudir a un taller especializado, pero el pago seguirá siendo igualmente alto y costoso, demostrándonos que, por mucho que cuesten como un compacto o un utilitario, siguen siendo coches que nuevos coqueteaban con los 100.000 euros.