Hablar de Bugatti es hablar de inalcanzables sumas de dinero para el común de los mortales; de algunos de los coches más rápidos del mundo o de la exclusividad en su máximo exponente. Y así lo deja patente la firma gala, una vez más, con el exhaustivo trabajo de pintura que llevan a cabo con todos y cada uno de los vehículos que abandonan su fábrica. Concretamente, Bugatti invierte entre 600 y 700 horas para crear y aplicar la pintura. O lo que es lo mismo, mucho más tiempo que fabricar un coche.
Y es que de media, un coche se fabrica en 15 horas, pero dada la baja producción de la marca francesa y la exclusividad de sus productos pueden permitirse el lujo de dedicar semejante tiempo a la pintura. Sin ir más lejos, desde que se configura hasta que se fabrica un Bugatti Chiron «estándar» pasan, como mínimo, nueve meses, periodo durante el cual se ensamblan 1.800 piezas por veinte expertos diferentes.
Bugatti tarda en pintar un coche lo que cualquier marca en fabricar varios vehículos
Pero centrándonos en la pintura, la marca de Molsheim tarda un mes en completar todo el proceso. Durante ese mismo tiempo, un fabricante con estándares más normales puede gestar una cantidad importante de coches desde principio a fin, pero no es el caso de Bugatti. Y es que todo comienza incluso antes de que se aplique la imprimación.
Concretamente, se revisan todas y cada una de las piezas de los Bugatti que se van a pintar para cerciorarse de que no hay imperfección ninguna en estas. De ello se encarga Gregoire Haller-Meyer, ingeniero cuya labor principal es la de escrutar hasta el más mínimo detalle y corregir cualquier fallo en caso de encontrarlo.
Una vez que estos obtienen el visto bueno, se procede con el proceso de imprimación y saneado, dando una primera capa con la que se logra una superficie suave y consistente. Una vez obtenida dicho estado, se procede con una segunda capa de imprimación, parte que conlleva un total de cien horas durante las cuales aún no se ha aplicado ni una sola gota de pintura.
Y aunque pudiera parecer que el hecho de pintar un Bugatti es la parte fácil, nada más lejos de la realidad. Ello se debe no solo a que una vez pintada cada pieza se revisa con suma atención, sino también por el alto margen de personalización que tiene cada cliente de la firma francesa. Así, cada afortunado propietario de un Bugatti puede hacer que su coche sea completamente único eligiendo cualquier pintura o material.
Independientemente de ello, una vez que los expertos han conseguido el tono de pintura deseado y este se aplica, se revisa de nuevo para comprobar que el color es exactamente el mismo en todas las zonas. Y no es para menos, ya que no solo cada cliente puede escoger lo que le venga en gana, sino también aplicar materiales como fibra de carbono expuesta y, a su vez, bordear esta con cualquier tonalidad, forma o dibujo.
Pero, aún así, llegado este punto el proceso de pintar un Bugatti está lejos de terminar. Ello se debe a que durante cuatro días el coche es pulido hasta conseguir un resultado perfecto, alegando así la propia marca que cuentan con el proceso de pulido más exhaustivo del sector -nos lo creemos-. Una vez completados los cuatro días de pulido, el Bugatti en cuestión se expone a una luz durante horas para comprobar, una vez más, que no hay ninguna imperfección.
Y así se completan esas 600 horas que requiere pintar a uno de los retoños de la firma francesa. Puede ser un proceso exagerado, pero al fin de cuentas lo que uno espera cuando se gasta más de un millón de euros en un coche es la más absoluta perfección, y Bugatti busca brindarla.